Bernardo Bertolucci dirige en 1976 Novecento, ambientada, cómo no, en el principio del Siglo XX, en una pequeña parte de Italia. Como todo el mundo sabe, o debería saber, Italia es un país muy convulso política y socialmente, en la actualidad también y en esta película están expuestas muchas de las causas. Hablamos de una película muy larga, le sobra algo de metraje (excesivos 314 minutos) y en el que se explican muchas de las luchas sociales en aquel país, a través de un microcosmos, el de la región de Emilia, al norte, en el que nacen el mismo día el hijo de un terrateniente, Alfredo Berlinghieri (Robert De Niro) y el hijo de un bracero Olmo Dalcò (Gerard Depardieu), que serán amigos inseparables, aunque su relación se verá ensombrecida por diferentes actitudes frente al fascismo.
Hablamos de una tragicomedia con un extenso recorrido político y social y que ha entrado a formar parte de los clásicos del cine ya que está ajeno a modas, tecnologías, paso del tiempo, etc.,
Bertolucci intentó, en resumen, filmar un lujoso homenaje a la lucha del Partido Comunista frente a unos fascistas retratados como malvados sin tapujos, solo hay que fijarse en el histriónico personaje que compone Donald Sutherland, ese Attila Mellanchini, el capataz del patrón Giovanni, obviando que la política de aquellos años tuvo aún más protagonistas. Además, lo hace en los años en los que la Brigadas Rojas ponían en peligro la misma esencia de la democracia italiana.
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