Por fin ayer pude volver al cine y para un estreno muy esperado, la nueva cinta de Christopher Nolan que ha sufrido hasta dos retrasos en su estreno debido a la pandemia. Ya desde las navidades pasadas, se nos anunciaba el tráiler de este film para su estreno en julio, pero no ha sido casi hasta finales de agosto cuando se ha podido ver en las pantallas.
Nolan es un director que crea filias y fobias a partes iguales, y yo he de decir que su trayectoria hasta el momento me parece tremenda con títulos que ya son referencia, como su trilogía de Batman, El Truco Final, Origen o la maravillosa Dunkerke. Pero este film, si se parece en algo a sus anteriores películas, diría que por momentos me parece que hila como en Memento, pero por otros se me une mucho con Origen, con los sucesos espacio-temporales haciéndolo muy enrevesado en muchos instantes, pero siempre con esa concepción muy pensada de la diversión y escenas palpitantes que nunca faltan. Lo que es innegable es su sello, que es inconfundible y una cosa que es casi su patente, todos sus films te hacen pensar, ya sea para una solución más fácil o más difícil.
Lo que sucede en Tenet es que quizás aquí la brecha entre admiradores y detractores del director se hará aún más profunda, porque si algo caracteriza a este film es que es Nolan en estado puro. Eso si, su muy arriesgada propuesta es a la vez posiblemente su mayor lastre, ya que la idea sobre el que gira el relato lo es todo, y eso provoca que sufra la narrativa y se vea obligado a hacer concesiones, lo que se nota en diálogos a veces excesivos y personajes que se quedan sin desarrollar del todo, a pesar de que los actores están tremendos.
Es cierto que la primera parte del film es vertiginosa, con mucho thriller de espionaje y una onda a James Bond que siempre sobrevuela, pero es a partir de ahí en adelante cuando la sobreinformación es tan apabullante, que cuando intentas buscar respuestas suben alarmántemente las incógnitas. Pero Nolan no descuida ni un pelo su montaje audiovisual, a todas luces impresionante.
El palíndromo bidimensional de cinco palabras que aparecen en diversos momentos de la película, hacen referencia a un antiguo conjuro que curaba las hemorragias, entre ellos el propio título del film que está explicado al principio de la película.
Lo que es innegable es que no se puede permanecer impasible ante un film de este director, y uno sale de la sala mentalmente extenuado, cansado e incluso vencido, pero entusiasmado ante el espectáculo que ha visto. Pero esa utilización de las dimensiones del espacio y las paradojas del tiempo que maneja como si fuera un científico loco, hacen que incluso sea recomendable medicarse antes de entrar, no vaya a ser que a mitad del viaje te vuelvas tarumba.
Me temo que tendré que verla una segunda vez para hacer mi propio rompecabezas, que desde luego al final del film está perfectamente encajado, pero el tema de las posibilidades de rebobinado del tiempo me tienen realmente impactado.
Eso si, nunca hay que olvidar una premisa de este director, y es algo parecido a lo que pasa en la música, todos su alardes, su fachada, no deben tapar un argumento que en realidad es ya conocido. Muchos momentos de caos iniciales tienen su lógica final, no se alarmen.
Por cierto el director de fotografía Hoyte Van Hoytema ha tenido que alucinar, lo mismo se toma un largo descanso, mientras Nolan no ha llamado para la música a su querido Hans Zimmer esta vez y si a Ludwig Göransoon cuya música electrónica tiene momentos imponentes.
John David Washington, el protagonista, desarrolla un trabajo espectacular, físicamente da mamporros y se desliza como una anguila, pero él mismo anda toda la película tratando de descubrir ese trajín temporal en el que anda metido (se llega a pegar a sí mismo). Robert Pattison hace de Neil, y se siente muy cómodo (aunque su doblador parezca que no tiene sangre) dentro de un personaje atractivo pero que deja muchas dudas, es realmente inexplicable en muchos momentos. Elisabeth Debicki es Kat, la esposa de Andrei Sator (Kenneth Branagh) el traficante de armas, que con su esbelta figura la da altura al plano, mientras el villano, que por momentos parece ser el auténtico dominador de los movimientos espacio-temporales, para mi se queda algo atrancado por momentos y falto de escenario.
Ives (Aaron Taylor-Johnson) es otro personaje que me deja grandes dudas... El cameo de Michael Caine es sublime como siempre.
Una película larga en duración, dos horas y media, quizás excesivo y que cuanto menos te quiebres la cabeza durante el visionado hará que llegues más fresco al final para entenderlo todo... o no.
Os dejo con el tráiler.