Los archivos del pentágono es el nuevo film de Steven Spielberg, cuyo currículum no vamos a descubrir aquí ahora, y que desde luego es uno de los grandes. Aquí se mete en una historia real, que supuso uno de los episodios más destacados del periodismo norteamericano del siglo XX. Hablamos de una época muy convulsa en Estados Unidos, la que componen los años en los que se libró la Guerra de Vietnam en los años 60 y primeros 70.
The Washington Post no era un periódico referente, llegaba tarde a todas las historias y titulares importantes, y su nueva jefa Kay Graham (Meryl Streep) acababa de heredar ese puesto tras el suicidio de su marido, pero carecía de ese liderazgo que se supone debía tener un puesto así. Su rumbo parecía que iba a cambiar con su salida a bolsa, pero ahí surgió la oportunidad de oro, seguir publicando un documento secreto que hasta entonces solo había destapado The New York Times. Ben Bradlee (Tom Hanks) fue el otro gran impulsor.
En 1971, los principales periódicos de EEUU tomaron una valiente posición a favor de la libertad de expresión, informando sobre unos documentos del Pentágono, archivos secretos donde el gobierno había mentido al pueblo de manera sistemática, algo que había durado cuatro décadas y cuatro presidencias del gobierno.
La administración Nixon quería restringir la primera enmienda, pero se encontró ante ellos con la unión del mundo periodístico y sobre todo de estos grandes gigantes, lo que derivó en una dura batalla legal ante el Tribunal Supremo.
Spielberg lo borda en situar el escenario, algo crucial para que la película sea estimulante y no una mera descripción de los hechos, y el enfoque lo va variando, dependiendo de la parte que quiere potenciar. Por ejemplo impera el drama cuando se centra en la figura de Kay Graham, a la que da vida una, como siempre, inmensa Meryl Streep.
Precisamente el personaje de la Streep, es el que el director elige para ir viendo su transformación paso a paso, primero con ternura, mientras le costaba decir con palabras lo que pensaba debido a sus dudas internas y su progresiva evolución hasta que llega el momento de tomar decisiones, que serán de un calado tan importante que afectarán a su vida. Su interpretación vuelve a ser majestuosa, la de una veterana que moldea de manera impresionante todo papel que toca.
Por su parte Tom Hanks está también magnífico (y con peluca algo ridícula) y será el encargado de llevar a todo el periódico a publicar esos informes, cuando andaban más metidos en noticias del corazón que en asuntos de periodismo de investigación, donde el humor suaviza las cosas.
Es ahí en la parte de investigación, cuando predomina el thriller, donde reluce Ben Bagdikian, redactor del Washington Post, y que interpreta también de manera excelente Bob Odenkirk, que será el que calibrará como la publicación de esos documentos podría afectar a todos en el periódico, y saber exactamente a qué estaban jugando y cuales podrían ser las consecuencias.
Como villano que se define a si mismo, Richard Nixon, del que el propio director ha decidido utilizar grabaciones reales, y al que siempre se le ve de lejos en la Casa Blanca hablando por teléfono, sin tener un primer plano del actor que le interpreta (Curzon Dobell), algo que me recordaba a malvados de los dibujos animados...
En definitiva una buena película donde no faltan los héroes, aquí todos con pluma o máquina de escribir, a pesar de que el margen de sorpresa en la historia es corto y puede resultar algo previsible, que lo es, pero consigue centrar la trama en las consecuencias de publicar unos papeles de tal calibre, y no en como se consiguieron, aunque eso está narrado como es lógico al inicio del film. Muy bien llevada esta cinta, y sabiendo donde enfatizar las partes importantes, además de un elenco de actores magnífico.
Os dejo con el tráiler.