Cartel del film
Uno de los films que no pude ver en su día el año pasado, aunque es de 2014 pero se estrenó aquí en 2015, fue Kingsman: Servicio Secreto, y de haberla visto en su momento habría estado en mi lista de mejores películas. Matthew Vaughn dirige con maestría un film que divierte, entretiene, tiene mucha acción (muy violenta en muchos casos) y que contiene escenas que pasan a formar parte de mi top particular, de esas que se te quedan marcadas a fuego por su impacto. Y muy importante, tiene humor y flema británica. Una de las grandes virtudes de este film y en concreto de su director, es que consigue un equilibrio y tono perfectos en cada momento que afortunadamente se aleja del pasatiempo banal, para convertirse en un peliculón de tomo y lomo.
Además Vaughn maneja con maestría los giros del guión, que él mismo ha escrito junto a su colaboradora habitual Jane Goldman, inspirándose libremente en el cómic de Mark Millar y Dave Gibons. Si cruzáramos a James Bond por un lado, con Ford Forlaine por otro, el resultado sería algo muy parecido a Kingsman, una agencia inglesa de agentes secretos.
Un veterano agente secreto inglés llamado Harry Hart (Colin Firth) y cuando hablo de inglés es en la auténtica expresión de la palabra, un gentleman inglés total, debe entrenar a un joven que es un diamante en bruto que hay que pulir "Eggsy" (Taron Egerton), pero que promete convertirse en un competitivo agente gracias a un ultra-programa de entrenamiento, a la vez que luchan juntos contra la amenaza global que representa un genio retorcido, Valentine, interpretado por el siempre extraordinario Samuel L. Jackson.
Ya desde la primera escena me gusta el film, con ese arranque con la cámara acercándose a un edificio que está siendo atacado y explota todo a su alrededor (con Money for nothing de Dire Straits de fondo) hasta ese plano final (al ritmo del Slave to love de Bryan Ferry), es un divertimento absoluto, que denota que el primero que se lo ha pasado bien es el director, lo que hace que también lo hagan los espectadores, supongo que ser el marido de Claudia Schiffer debe hacerte un tipo feliz. Y otro detalle que me encanta es la combinación del lenguaje formal con el macarra sin que chirríe, algo muy de agradecer, ya que lo hace muy llevadero.
En el debe, la excesiva violencia (la escena de la iglesia es un exceso, pero perfecta), aunque a Tarantino seguro que le encantó.
El reparto actoral es de diez, ya que el villano encarnado por Samuel L. Jackson es puro espectáculo, desde su caracterización con ese rollo rapero, con gorra amplia de lado, su habla con ese extraño seseo y sus excesos en determinados momentos, le hacen ser uno de los grandes protagonistas. Colin Firth, acostumbrado a papeles refinados (recordemos su impresionante interpretación en el Discurso del Rey), aquí es capaz de ser elegante, repartir mamporros como pocas veces he visto y puntualizar frases sin despeinarse, muchas de esas frases son míticas. Taron Egerton va creciendo a medida que avanza el film, y ante tanta estrella no es una cosa fácil, pero este chico llegará lejos, sin duda. En cuanto a los secundarios de lujo, Mark Strong sigue valiendo para un roto y un descosido, y el veterano Michael Caine está como siempre sublime, un camaleón de la pantalla.
Pero aquí no acaba la cosa, Mark Hamill, si si, Luke Skywalker de Star Wars, aparece aquí bastante gordito en la primera media hora de la película, haciendo el papel de el profesor Arnold que acaba bastante mal. Y el elenco femenino es de armas tomar, por un lado el descubrimiento personal de Sofia Boutella en el papel de Gazelle, fiel escudera de Valentine con esos cuchillos mortales que tiene por piernas, y por otro lado Sophie Cookson en el papel de Roxy, que consigue su puesto dentro de Kingsman como Lancelot.
En definitiva una película que partiendo del cómic, renueva el tema de los espías y agentes secretos con un enfoque muy especial y sobre todo tiene ritmo continuo, algo que es muy de agradecer en films de este calibre.
Os dejo con el tráiler del film.