Roland Emmerich es el director de Midway, un cineasta alemán al que le han llovido palos de toda clase y condición por muchas de sus cintas anteriores. Hablamos del director de Soldado Universal, Godzilla, Independence Day o 2012, en tono grandilocuente o catastrofista, o más serias como El Patriota. Pero es precisamente, en la onda seria de esta última, en la que ha enfocado Midway. Y no nos olvidemos de que tiene una gran calidad y sabe dar forma a historias como gusta en Hollywood.
Y aquí se mete en una historia de la que ya hay muchos antecedentes, pero que él convierte en puro espectáculo y con un sabor vintage que le queda realmente fastuoso, una mezcla de antiguo y moderno que alcanza momentos de excelencia.
Es importante reflejar una cosa que se dice al inicio, que está basada en hechos reales, pero claro siempre te queda la duda, los hechos reales para los ganadores son unos y para los perdedores son otros. Pero si he de mojarme, diré que el relato aquí es bastante fidedigno y se explican claves fundamentales de todo lo que sucedió tanto en el ataque japonés a Pearl Harbor, que recordemos está en Hawai, como las posteriores reacciones de todo tipo de Estados Unidos, y un amplio desarrollo de la decisiva Batalla de Midway. Pero la primera escena se desarrolla en Japón en 1937, y da muchas pistas del porqué del conflicto.
Sólo ya la escena del ataque a Pearl Harbor es una gozada visual, pero eso irá a más hasta explotar de manera grandilocuente en la mítica batalla del pacífico.
Por si fuera poco el reparto es brutal, Ed Skrien, Patrick Wilson, Luke Evans, Dennis Quaid (¡cómo está de mayor!), Woody Harrelson (excelso), Aaron Eckhart, etc., cuya labor es muy buena, aunque la construcción de los personajes les lleva a explotar los tópicos y no aportar mucho.
Pero el Señor Emmerich, y esta es la gran virtud del film, ha hecho un tratamiento de la acción realmente brillante con unas batallas aéreas de lo mejor que se ha visto, que tienen una precisión, un ritmo y una devoción a su vez, absolutamente brutales. Evidentemente la tecnología del siglo XXI ayuda y la sabe aprovechar al máximo. Eso provoca que la narrativa quede algo coja, y no por su rigor histórico que diría es del 100%, sino porque la diferencia de intensidad y clímax entre las escenas bélicas y el resto de escenas es importante, aunque he de decir que incluso eso se lo perdono, porque con las batallas aéreas disfruta uno como un niño con zapatos nuevos.
En última instancia me parece un gran acierto el homenaje (que ya se lo merecían) que tienen en este film los criptógrafos, que ayudaron de manera decisiva y clave a la victoria en la batalla de Midway descifrando los mensajes en clave de el ejército nipón, lo que fue fundamental para saber cuando y donde atacarían, y poder así preparar una respuesta con trampa incluida, teniendo una flota marina de menos portaaviones que la japonesa y estando en clara inferioridad a priori. Los detalles de aviones, acorazados, submarinos, portaaviones, cazas, etc., están cuidados al máximo, y también el desarrollo exacto de la batalla, que en muchos momentos hacía que te sintieras dentro de ella, con lo que eso supone.
Os dejo con el tráiler del film.