Bjorn Borg y John Patrick McEnroe fueron dos tenistas completamente distintos que cruzaron sus caminos en el año 1980, en la final del torneo de Wimbledon. La rivalidad entre ambos iba más allá de lo normal, pero hizo que el deporte del tenis alcanzara cotas increíbles de popularidad. En el año 2017 salió este biopic de producción sueca y dirigido por el danés Janus Metz Pedersen, basado sobre todo en los hechos sucedidos en aquella final, donde Borg llegaba como número 1 mundial y con cuatro títulos seguidos en aquel Grand Slam logrados, mientras el jugador norteamericano, más joven, llegaba como la gran revelación y alternativa, siendo el número 2 mundial.
Sverrir Gudnason interpreta a Bjorn Borg, y toda esa presión que le rodeaba como número 1 del tenis mundial, por la que no le era fácil ni caminar por la calle. A través de continuos flashbacks se nos cuenta como era Borg de joven, un chico conflictivo, que tuvo muchos problemas para florecer como gran tenista de calidad, cuyo talento tenía innato, ya que sus continuos cabreos al fallar golpes y sus actitudes, hacían que fuera llamado a capítulo por su club. Al final todo era un tema de mentalidad, el joven sueco debía fortalecer su mentalidad y ser muy duro para conseguir sus objetivos, y a eso contribuyó de manera crucial su entrenador Lennart Bergelin, interpretado por Stellan Skarsgard.
En todo caso, muy bien reflejado por el director ese estado de incomodidad con la fama, esa presión que le ocasionaba un estado interior convulso, sus manías y fuera aparte del esfuerzo que costaba ganar partidos, en definitiva un tipo solitario.
En el otro lado John McEnroe, el aspirante, interpretado por un inmenso Shia LaBeouf que describe una personalidad de lo más curiosa. El norteamericano era un tipo pegado a la música rock en sus cascos, con una actitud de protestón en los partidos y que la liaba parda, en esa trifulca continua era donde se sentía como pez en el agua, es decir, montar ese panorama en cada partido hacía que eso desquiciara a sus rivales y les rompía el ritmo, mientras a él iba haciendo su camino para ganar los partidos. Su protesta en las ruedas de prensa era de que nadie le preguntaba por su tenis, que lo tenía, de juego en la red a partir de un buen saque...
Por otro lado su personalidad también sacaba de quicio incluso a sus compatriotas, Jimmy Conoors, o Peter Fleming, con los que no mantenía buenas relaciones.
El film, bajo la dirección acertada de Janus Metz Pedersen, desarrolla un tratamiento narrativo y artístico de primer nivel, fuera aparte de la caracterización de los dos protagonistas, que es espectacular, ambos actores hicieron un trabajo excelso de estudio de los gestos de ambos y sus características principales en los partidos. El director danés mezcla la narrativa y con un despliegue visual rotundo, de hecho la descripción de la final de Wilmbledon es brutal, tanto desde el punto de vista físico como emocional con sus clímax muy medidos en todo momento. Muy interesante el detalle de que en aquella final McEnroe no protestó en todo el partido...
En la historia del deporte llamado tenis el trono del número 1 es duro de mantener, eso se refleja de manera perfecta en este film, siempre hay un momento en el que se atisba que viene otro jugador pisando fuerte, y en el caso de Borg lo vio venir en esa final de 1980, que su reinado empezaba a tener los días contados, ganó aquella mítica final en 5 sets, pero un año después abandonó el tenis al perder ese número 1, con solo 26 años, a manos del tenista norteamericano. Eso es algo que luego en años siguientes le pasaría al propio John McEnroe con Ivan Lendl, quizás dejo ahí otro posible film...
Os dejo con el tráiler del film.