sábado, 30 de noviembre de 2024

Escenas míticas del cine (CCCLXXXVI)


En 1965 David Lean dirige Doctor Zhivago, una memorable película basada en la novela de Boris Pasternak, maldita y en el ostracismo en Rusia durante 30 años, y que interpretan un espléndido Omar Shariff, Julie Christie y Geraldine Chaplin entre otros, en los principales papeles. Cuando el director ruso Andréi Tarkovski dijo que "si escribiera poesía como la Pasternak, no haría películas", Boris Pasternak ya no estaba vivo, ya que murió en 1960. Fue uno de los muchos artistas rusos (como el propio Trakovski) perseguidos, humillados, amenazados y finalmente aniquilados (a menudo asesinados, pero simulando enfermedades o accidentes). Pasternak en concreto siempre tuvo problemas con la administración soviética, pero escribir Doctor Zhivago fue la gota que colmó el vaso. 
David Lean venía del éxito de Lawrence de Arabia y tenía libertad absoluta y un contrato millonario cuya misión era salvar la Metro Goldwyn Mayer, y lo culminó sobradamente. Hizo que aquella novela maldita se convirtiera en una de las películas más famosas de la historia, y ajustando el precio de las entradas con la realidad actual, es sin duda una de las más taquilleras de siempre. Además, cuenta con una maravillosa banda sonora compuesta por Maurice Jarre, una delicia absoluta. Pero no olvidemos un detalle tremendo, y es que Lean, en la década de los 60 y a pesar de sus tremendos éxitos, era despreciado de manera sistemática como un director de segunda o tercera categoría, muy comercial, hábil, pero sin interés estético. Nada más lejos de la realidad, el tiempo pone a cada uno en su sitio y sus obras prevalecen como joyas absolutas. Él, ajeno a eso, iba a lo suyo y construía sus obras sin hacer caso de sus detractores, e impuso a Robert Bolt como guionista, un acierto monumental, ya que junto a él llevó a cabo una hazaña difícil, la de condensar una de las novelas más complejas, pobladas e inadaptables que se pueda imaginar para lograr un guión preciso y que mantuviera el núcleo del texto de Pasternak como base inamovible. Bolt se llevó el Oscar de manera muy merecida por esa adaptación, mientras Lean se encargó en una titánica tarea de contar esa historia en imágenes que han quedado grabadas en la retina de todos los que hemos visto este film cientos de veces, que además cuenta con la anécdota de que la mayoría de sus localizaciones estaban en España, en Madrid (Estación de Delicias o barrio de Canillas), Soria (no nevó lo que era normal en ese año y hubo que inventar la nieve) o Granada.


Shariff da vida al Doctor Zhivago que es poeta, cirujano, marido y amante pero cuya vida queda trastornada por una época muy convulsa en Rusia, 1917, la revolución bolchevique, y la guerra civil que sigue a la revolución, que provocan conflictos en todas las familias. El drama de este hombre, en el que se centra el film, cuya lucha continúa por sobrevivir es épica, centra el metraje y también su vida amorosa, quizás con una disyuntiva entre no saber amar o amar demasiado.
Yuri se ha trasladado con su mujer Tonya Gromeko (Geraldine Chaplin), su hijo Sasha y su suegro Alexander (Ralph Richardson) a una zona detrás de los Montes Urales, en Varýkino, aconsejados por el hermanastro (y narrador del film en muchos momentos) Yevgraf Zhivago (Alec Guiness), al haber cambiado totalmente su situación en Moscú y su casa familiar de los Gromeko estar dividida en bloques por el nuevo gobierno soviético y estar ocupada por gente. Además Yevgraf le advierte de que sus poemas no gustan y han sido condenados por los censores soviéticos como antagónicos al nuevo régimen. Pero antes, Yuri es médico de campo de batalla en el frente oriental, de hecho había tenido que dejar a su esposa y su hijo en Moscú. Pasha (Pável Antípov) era el novio de Lara (Julie Christie), antes de que se convirtiera en un extremista de izquierda, después de la masacre de los cosacos en la manifestación pacífica del principio de la historia. En el invierno de 1915 Antípov es dado por muerto durante la I Guerra Mundial en un ataque contra los alemanes y Lara se alista como enfermera con el fin de buscarlo, ya que tienen una hija en común. La Revolución de febrero de 1917 se desata y los soldados se amotinan contra sus oficiales y desertan en masa. Mientras, viajando con un grupo de heridos Yuri Zhivago se encuentra con Lara (a la que conocía cuando salvó a su madre de un intento de suicidio, cuando estaba protegida por Victor Ipolítovich Komarovsky al que da vida Rod Steiger), quien está con una columna de tropas de reemplazo hacia el frente, Lara ayuda a Yuri a atender a los heridos y trabajan juntos durante el resto de la guerra, en un hospital improvisado, y sin que suceda nada, y se separan después del tratado de Brest-Litovsk. En una escena mítica y una vez instalados en Varýkino, un día aconsejado por Tonya, Yuri hace una visita a Yuriatin donde hay una biblioteca y vuelve a ver a Lara, hablan, pasean y acaban en la casa de ella, donde lo inevitable surge.


En una escena mítica Yuri y 
su profesor de medicina Boris Kurt al que da vida Geoffrey Keen hablan en medio de una observación de células en el microscopio, en medio de la clase práctica de medicina. Boris le pregunta a Yuri que en qué seguirá sus estudios, a lo que contesta que en la investigación ya que quiere conocer la vida, mientras que él le recomienda la medicina general, y añade "descubrirás que las criaturas hermosas también hacen cosas feas".

Os dejo con la mítica escena.

viernes, 29 de noviembre de 2024

Bandas sonoras míticas del cine (CXCII)


Howard Hawks dirige su última película en 1970, Río Lobo, continuación de las otras dos con las que forma una especie de trilogía, Río Bravo y El Dorado. Las constantes morales de Hawks sobre la amistad masculina (aquí con idea de concordia posguerra norte/sur, ilustrada en una simpática relación entre un coronel yanki y un capitán confederado), su capacidad de crear sentido del humor en los diálogos dentro de la tensión que implica el contexto y desarrollar la acción de forma dinámica, le dan al film un tono agradable. Leight Brackett vuelve a ser su guionista de confianza, como en otras muchas.
A finales de la Guerra Civil Americana (1861-1865), un grupo de suristas mandados por el Capitán Pierre Cordona (Jorge Rivero) se dedican a robar los cargamentos de oro que transportaba el ejército yanki. En uno de estos asaltos el coronel Cord McNally (John Wayne) pierde a uno de sus mejores amigos. Una vez finalizada la guerra y como venganza personal, Cord McNally se dedicará a buscar a los miembros de la banda de asaltantes. Una pista le lleva hasta el pueblo de Río Lobo, un lugar donde sus enemigos se han convertido en los amos e imponen la ley del más fuerte.
Casi todos los westerns de Hawks se caracterizan porque tienen el mismo esquema, es decir, un hombre valiente (siempre interpretado por Wayne), trata de imponer la ley, pero sólo consigue la ayuda de un reducido grupo de hombres buenos, pero con algún defecto que les imposibilita para la tarea, como ser demasiado viejos, borrachos o incluso demasiado jóvenes. En esta ocasión, el pistolero inexperto es el que interpreta Jorge Rivero. No dejo pasar por alto la extraordinaria belleza morena de Jennifer O'Neill.
Aquí, la muralla numantina de la cárcel, símbolo de la vigencia de la ley donde se atrincheran el héroe por antonomasia, ya otoñal, borrachuzo y conformista (John Wayne), el jóven impetuoso y aprendiz (Jorge Rivero) y el anciano bufón (un cuatrero irredento como Jack Elam), es tan sólo un escenario anecdótico en el metraje del film, un guiño cariñoso a sus películas hermanas.
Esta última obra rodada por Hawks, por momentos tiene el vigor de alguna de sus primeras realizaciones. Su clasicismo y solidez son abrumadores.
Jerry Goldsmith fue el encargado de componer una extraordinaria banda sonora, en cuyo tema principal tenía a Gregg Nestor a la guitarra española.


Os dejo con el tema principal del film.

jueves, 28 de noviembre de 2024

Escenas míticas del cine (CCCLXXXV)


Howard Hawks dirige su última película en 1970, Río Lobo, continuación de las otras dos con las que forma una especie de trilogía, Río Bravo y El Dorado. Las constantes morales de Hawks sobre la amistad masculina (aquí con idea de concordia posguerra norte/sur, ilustrada en una simpática relación entre un coronel yanki y un capitán confederado), su capacidad de crear sentido del humor en los diálogos dentro de la tensión que implica el contexto y desarrollar la acción de forma dinámica, le dan al film un tono agradable. Leight Brackett vuelve a ser su guionista de confianza, como en otras muchas.
A finales de la Guerra Civil Americana (1861-1865), un grupo de suristas mandados por el Capitán Pierre Cordona (Jorge Rivero) se dedican a robar los cargamentos de oro que transportaba el ejército yanki. En uno de estos asaltos el coronel Cord McNally (John Wayne) pierde a uno de sus mejores amigos. Una vez finalizada la guerra y como venganza personal, Cord McNally se dedicará a buscar a los miembros de la banda de asaltantes. Una pista le lleva hasta el pueblo de Río Lobo, un lugar donde sus enemigos se han convertido en los amos e imponen la ley del más fuerte.
Casi todos los westerns de Hawks se caracterizan porque tienen el mismo esquema, es decir, un hombre valiente (siempre interpretado por Wayne), trata de imponer la ley, pero sólo consigue la ayuda de un reducido grupo de hombres buenos, pero con algún defecto que les imposibilita para la tarea, como ser demasiado viejos, borrachos o incluso demasiado jóvenes. En esta ocasión, el pistolero inexperto es el que interpreta Jorge Rivero. No dejo pasar por alto la extraordinaria belleza morena de Jennifer O'Neill.
Aquí, la muralla numantina de la cárcel, símbolo de la vigencia de la ley donde se atrincheran el héroe por antonomasia, ya otoñal, borrachuzo y conformista (John Wayne), el jóven impetuoso y aprendiz (Jorge Rivero) y el anciano bufón (un cuatrero irredento como Jack Elam), es tan sólo un escenario anecdótico en el metraje del film, un guiño cariñoso a sus películas hermanas.
Esta última obra rodada por Hawks, por momentos tiene el vigor de alguna de sus primeras realizaciones. Su clasicismo y solidez son abrumadores.


Precisamente en esa escena donde se atrincheran en la cárcel del sheriff es con la que me quedo hoy, una escena brutal donde Wayne le pregunta a Elam que porqué toca siempre la misma melodía...

Os dejo con la mítica escena.

miércoles, 27 de noviembre de 2024

Escenas míticas del cine (CCCLXXXIV)


Roman Polasnki dirigió este film de producción francesa, llamado J'Accuse, conocido aquí como El oficial y el espía en 2019 y que trata sobre el famoso Caso Dreyfuss, cuando en los últimos años del siglo XIX, en concreto en 1894, se condenó de manera injusta al oficial de artillería Alfred Dreyfuss por traición, producido por el profundo antisemitismo que estaba instalado en la sociedad francesa, y al que no era inmune el propio ejército francés. Le película relata estos hechos y los intentos posteriores del gobierno y el propio ejército en encubrir las malas y chapuceras artes empleadas para ello, desde la perspectiva de Georges Picquart, un oficial de policía que ascendió a jefe de inteligencia e información.
J'Accuse, el título original, es una referencia a la carta abierta de Émile Zola en el periódico L'Aurore, en la que el escritor, que aparece en la película, acusó al gobierno francés de antisemitismo con nombres y apellidos, creando un seísmo tremendo en la opinión pública francesa. Dreyfuss, de ascendencia judía, fue condenado, degradado y deshonrado hasta límites increíbles, de hecho la primera escena es la del degradamiento, en el que delante de todo el ejército francés se le quitan sus grados y es mandado a sufrir una condena a la Isla del Diablo en la Guayana Francesa, sin que los soldados que cuidan de él ni le dirigen la palabra. Alfred Dreyfuss es interpretado por un Louis Garrel que encarna perfectamente el sufrimiento de su personaje. Esa es precisamente la escena mítica que hoy recuerdo.


Os dejo con la mítica escena.

martes, 26 de noviembre de 2024

Escenas míticas del cine (CCCLXXXIII)


Alberto Rodríguez ya llamó la atención en su día con la buena película Grupo 7 (2012), pero con La Isla Mínima (2014) alcanzó el zénit, cuyo triunfo en los Goya así lo corroboró. El techo estaba muy alto, y eso siempre impone, pero aquí para la realización de este film El hombre de las mil caras (2016), contó con un elenco de actores impresionante y se metió con una historia, donde guión hay de sobra. Ese guión estaba basado en el libro de Manuel Cerdán, cuya adaptación corrió a cargo tanto por el propio director, como por Rafael Cobos. Pero teniendo en cuenta, todo los ríos de tinta que provocó el Caso Roldán en su día, en lo que dio en el clavo Alberto Rodríguez, es sin duda, en huir de parafernalias y efectismos baratos, para mediante un thriller tenso, contarnos qué pasó y cómo pasó, centrándose en la figura de Francisco Paesa.
Ante todo, y ya desde el principio, se nos dice que el film está basado en hechos reales, pero también que como en todo hecho real, siempre hay alguna mentira. Estas palabras las dice Jesús Camoes, interpretado por José Coronado, que es la voz que nos vaya contando paso a paso todos los movimientos que suceden en la historia. Pero, casi sin querer, la cinta en muchos momentos se convierte en un biopic improvisado sobre la figura de Francisco Paesa, interpretado por un fastuoso, como siempre, Eduard Fernández, que a pesar de que su personaje tiene ciertas limitaciones, desde el primer momento consigue que el espectador se enganche a él.
En el lado negativo del film, que alguno tiene, no sé si es un acierto que Camoes cuente la historia, y estemos a expensas de su punto de vista continuamente, y por otro lado, el ritmo, que decae en algunos tramos. La banda sonora de Julio de La Rosa, siempre es acertada, eso si.
Dónde para mi estaba el gran punto fuerte del film, era en describirnos como era la España de los años 90, cuando todo esto sucede, de hecho al principio Camoes nos avisa de que en aquella época no existían los vuelos Low Cost, dato importante, ya que los vuelos en esta historia son claves, y lo dice Jesús Camoes, comandante de vuelo.
Pero ante todo ha de quedar una cosa clara, y es que Francisco Paesa, era un ex-agente secreto del gobierno español (un espía vaya, que como dicen en el film en un momento, no viajaban con pistola, sino con chequera), que fue responsable en los 80 de la operación contra ETA más importante, que casi la desarticula, pero que se vio envuelto en un caso de extorsión a una testigo del caso de los GAL, lo que le obligó a huir del país, aparte de que nunca se le pagó lo prometido por su trabajo estrella contra la banda terrorista. Cuando regresa está arruinado, pero recibe la visita de Luis Roldán (Carlos Santos), ex Director de la Guardia Civil, y su mujer Nieves Fernández (Marta Etura), que le ofrecen un millón de dólares para salvar los 1500 millones de pesetas que aquel hombre calvo y con barbas, había sustraído del erario público.
Precisamente en una escena mítica, Camoes narra como ese dinero da vueltas por el mundo, Singapur, Ginebra, Franckfurt, Londres, para ocultarlo, hacer el helicóptero que se decía, y el propio Roldán en el escondite que Paesa le ha buscado le pregunta que donde está ese dinero y le dice que en Singapur y que está seguro (no lo volvió a ver, obviamente).


Os dejo con la mítica escena.

lunes, 25 de noviembre de 2024

Escenas míticas del cine (CCCLXXXII)

En 1983 John Carpenter dirige Christine basado en una novela de Stephen King y guionizado por Bill Phillips. Christine es un coche, en concreto un Plymouth Fury de 1958 que salió de una cedan de montaje de automóviles de Detroit, pero no es un coche cualquiera. En el fondo de su chasis se aloja el mismísimo diablo, que alberga un deseo de venganza insaciable que hiela la sangre a cualquiera y destruye todo lo que se encuentra en su camino. No es quizás el mejor film de Carpenter, ni la mejor novela de King, pero esta cinta, más allá de su historia, tiene en el novelista una mirada directa a ese gigantesco mundo de inseguridades que es la adolescencia masculina (recordemos que en Carrie hizo lo mismo con el lado femenino) y la búsqueda de la virilidad que aquí está ligada de manera indisoluble a la relación entre un joven y su coche.
Más de veinte años después de su creación, Christine pasa a las manos de Arnie Cunningham (Keith Gordon), el típico adolescente empollón víctima del matonismo estudiantil y del nulo éxito con las mujeres. La relación entre Arnie y su coche (al que repara casi a partir de la chatarra) es poco menos que un acto de amor, que poco a poco empieza a afectarle en su vida, como si el resurgimiento del coche, lo fuera a su vez de su propia hombría. En solo unas semanas Arnie pasará de ser un don nadie a convertirse en lo que siempre ha deseado, es decir, un hombre capaz de enfrentarse a sus represivos padres, a los gamberros que le hacían la vida imposible (y le acosaban), sin mencionar el conquistar a la chica más guapa del instituto. Pero eso lleva un coste, un peaje que hace a Arnie un violento junto a su vehículo, mostrando al conductor como un desquiciado y al coche como un monstruo.


Hay una escena que siempre me pareció mítica, cuando Arnie le habla al coche y le dice que lo va a reparar, entonces el coche por si solo se empieza a convertir en uno nuevo.

Os dejo con la mítica escena.

domingo, 24 de noviembre de 2024

Mejores escenas cómicas del cine (CVIII)

Arthur Hiller dirigió en 1989 No me chilles que no te veo, que tiene a Gene Wilder y Richard Pryor como protagonistas. Dave (Gene Wilder) es sordo y contrata a Wally (Richard Pryor), que es ciego, para que le eche una mano en su tienda. Un día un tipo es asesinado delnate del puesto de Dave, pero como éste está de espaldas sólo ve las piernas de la asesina cuando se gira y Wally sólo oye el disparo. Tras ser detenidos como sospechosos del crimen, la asesina, que es la guapísima Eve (Joan Severance), y su compañero, un jovencísimo Kevin Spacey que da vida a Kirgo buscan a Wally y Dave, que tienen algo que buscan los malos, aunque aún no lo saben.
Es un film que podría parecer para todos los públicos, pero tiene escenas picantonas, y también bastantes tacos (Wally suelta bastantes).
En una escena mítica, los dos están siendo fichados por la policía y les van a hacer la foto, pero Dave no deja de mirar a Wally cada vez que le habla y la policía encargada de hacerles la foto se cabrea constantente.


Os dejo con la cómica escena.

sábado, 23 de noviembre de 2024

Escenas míticas del cine (CCCLXXXI)


En el año 2001 Jean-Jacques Annaud dirige Enemigo a las puertas, centrada en plena II Guerra Mundial, en concreto en 1942, en plena lucha de los ejércitos de Alemania y Rusia, desde la entrada alemana en territorio ruso, y la encarnizada lucha que mantienen en la famosa batalla de Stalingrado, donde se combate calle a calle y cuyo desenlace todo el mundo espera. Hay un francotirador ruso llamado Vassili Zaitsev al que da vida Jude Law, que persevera en la empresa de eliminar a sus enemigos uno por uno, siendo un tirador superlativo. El Comisario Danilov (oficial encargado de la propaganda soviética) al que da vida Joseph Fiennes, lo convierte en un héroe nacional (después de salvarle la vida) que debe servir de ejemplo para animar a las tropas a proseguir la lucha contra el ejército alemán, a pesar del gran número de bajas. Para contrarrestar al tirador soviético, los alemanes mandan a su mejor francotirador, el Mayor König (Ed Harris), lo que acabará convirtiendo el film en un duelo entre ambos a vida o muerte.


En una escena mítica el comisario Danilov la da la enhorabuena a Vassili y le da el ascenso que viene de Moscú, es ahí cuando se crea su leyenda. Eso se demuestra cuando están apostados como francotiradores y aparece un niño ruso que identifica a Vasiili, el héroe.

Os dejo con la mítica escena.

viernes, 22 de noviembre de 2024

Escenas míticas del cine (CCCLXXX)

En 1941 Orson Welles dirige y protagoniza Ciudadano Kane, cuya trama trata acerca de un importante magnate estadounidense, Charles Foster Kane (al que da vida el propio Welles) que es dueño de una importante cadena de periódicos, una red de emisoras, dos sindicatos y de una enorme colección de obras de arte y muere en su fabuloso castillo de estilo oriental Xanadú. La última palabra que pronuncia antes de expirar es "Rosebud" cuyo significado es un enigma, lo que despierta una enorme curiosidad tanto en la prensa como en la población. Eso origina que un grupo de periodistas emprenda una investigación para desentrañar dicho misterio.
La escena inicial del film es muy brillante, tanto estéticamente como en lo argumental. Visualmente nos presenta el castillo de Xanadú (el feudo del protagonista) como un castillo bastante kafkiano inalcanzable e inmutable, siempre en el mismo lugar de la pantalla y desde el mismo punto de vista y tamaño, pese a que el entorno cambia y a que nos vamos acercando cada vez más. Posteriormente nos aproximamos a una ventana, hay un juego de luces y aparecemos en el dormitorio de Kane donde pronuncia su célebre última palabra "Rosebud", mientras tiene una bola de cristal con una casa en el interior sobre su mano, que al morir se le cae. La presentación tiene mucho sentido y no es baladí, ya que guarda mucha relación con el argumento de la cinta, porque todo lo que sucede después de aquella señal de "Prohibido traspasar" es una perpetua invasión de la privacidad de Kane.


Os dejo con la mítica escena.

domingo, 17 de noviembre de 2024

Escenas míticas del cine (CCCLXXIX)


Como decía días atrás en 1977 el director norteamericano Sam Peckinpah dirige La cruz de hierro, con un guión adaptado por Julius J. Epstein, Walter Kelley y James Hamilton a partir de la novela de Willi Heinrich titulada The willing flesh, aunque a posteriori se le cambió el título para hacerlo coincidir con el de la película. El film nos sitúa en el Frente Oriental, Península de Taman, en el año 1943, allí el Sargento Steiner, al que da vida un magistral James Coburn, encabeza un pelotón alemán que combate por sobrevivir a la dura experiencia del frente ruso. La llegada a la unidad de un nuevo y estirado oficial prusiano, el Capitán Stransky, al que interpreta de manera no menos genial Maximillian Schell, tiene como única finalidad conseguir la condecoración de la Cruz de Hierro a cualquier precio, lo que hará complicar mucho las cosas, el ambiente y demás, mientras el frente alemán empieza a hacer aguas por todas partes.
Peckinpah había demostrado crear en sus anteriores trabajos un universo visual propio, impactante y de una fuerza arrolladora, sobre todo dentro del género del Western. Pero en esta su única incursión en el cine bélico, hizo una obra maestra sin paliativos, mostrando la guerra con una crudeza y realismo espectaculares. Aquí todo esta visto desde el lado perdedor, en un momento en el que el curso de la guerra cambia totalmente y los alemanes empiezan a ver cerca el final con su derrota.


En una escena mítica muy al final del film, el pelotón de Steiner ha sido aniquilado casi en su totalidad por orden de Stransky (alemanes matando a alemanes), y como es lógico Steiner va a buscar al Capitán, al que recibe con una ráfaga de tiros. Le invita a salir al campo de batalla (en ese momento sufren un brutal ataque ruso) y le pregunta si sabe utilizar el fusil, a lo que contesta que naturalmente. Stransky acepta el reto y dice que le va a enseñar como lucha un general prusiano, a lo que Steiner le contesta con una frase lapidaria "Y yo le enseñaré donde crecen las cruces de hierro".

Os dejo con la mítica escena.

jueves, 31 de octubre de 2024

Escenas míticas del cine (CCCLXXVIII)


En 1977 el director norteamericano Sam Peckinpah dirige La cruz de hierro, con un guión adaptado por Julius J. Epstein, Walter Kelley y James Hamilton a partir de la novela de Willi Heinrich titulada The willing flesh, aunque a posteriori se le cambió el título para hacerlo coincidir con el de la película. El film nos sitúa en el Frente Oriental, Península de Taman, en el año 1943, allí el Sargento Steiner, al que da vida un magistral James Coburn, encabeza un pelotón alemán que combate por sobrevivir a la dura experiencia del frente ruso. La llegada a la unidad de un nuevo y estirado oficial prusiano, el Capitán Stransky, al que interpreta de manera no menos genial Maximillian Schell, tiene como única finalidad conseguir la condecoración de la Cruz de Hierro a cualquier precio, lo que hará complicar mucho las cosas, el ambiente y demás, mientras el frente alemán empieza a hacer aguas por todas partes.
Peckinpah había demostrado crear en sus anteriores trabajos un universo visual propio, impactante y de una fuerza arrolladora, sobre todo dentro del género del Western. Pero en esta su única incursión en el cine bélico, hizo una obra maestra sin paliativos, mostrando la guerra con una crudeza y realismo espectaculares.


En una mítica escena el Capitán Stransky llama al Sargento Steiner (que ha estado hospitalizado un tiempo y ha vuelto) para ofrecerle y proponerle que firme para la consecución de su objetivo único, que es la Cruz de Hierro, diciéndole que es el regimiento quién ha dicho que lo merece ya. La cara de Coburn, que lleva la procesión por dentro es una maravilla, ante el egocentrismo descomunal del Capitán.

miércoles, 30 de octubre de 2024

Bandas sonoras míticas del cine (CXCI)


Como decía ayer, Paul Schrader dirige en 1980 American Gigoló, un film en el que su protagonista es Julian Kay al que da vida Richard Gere, un treintañero atractivo, culto e inteligente de Los Ángeles, que utiliza sus encantos para vivir de la prostitución y mantener así su alto tren de vida. Su mánager es Anne (Nina Van Pallandt), que se encarga de buscarle mujeres ricas que paguen bien sus servicios. Una de sus clientes es Michelle (Lauren Hutton), la bella esposa de un conocido político. En uno de sus muchos trabajos, Julian acepta acostarse con la esposa de un rico hombre de negocios a petición de éste, pero un par de días más tarde se entera por la prensa que la mujer ha aparecido asesinada.
Hablamos de un film algo extraño donde se adivinan las pretensiones de su director, antiguo crítico primero y guionista después (hizo el de Taxi Driver en 1976 para Scorsese), y que un día decidió dar el salto a la dirección. Su sello está claro, es peculiar y muy personal tanto en la puesta en escena como en las transiciones, la cinta tiene ritmo, pero tanto ensayo resulta superficial y la historia te acaba durmiendo un poco, porque es predecible. Un detalle importante es que Richard Gere, por entonces no muy conocido, no era la primera opción para el papel de Julian, primero se pensó en Christopher Reeve, que era demasiado caro o John Travolta, que no aceptó el papel, pero para Gere fue un gran espaldarazo a su carrera que luego se confirmó en Oficial y Caballero dos años después, otro papel curiosamente rechazado por Travolta.
La banda sonora le fue encargada a Giorgio Moroder, que era por aquel entonces el rey de las discotecas, y había producido muchos de los hits rompepistas de finales de los años setenta. Moroder propuso a varios grupos cantar el tema Call me, primero fue a Fleetwood Mac, luego de su rechazo, Blondie que estaban en racha aceptaron con la condición de que la letra fuera escrita por Debbie Harry. El resto de la banda sonora mantenía el estilo electrónico de Moroder tan característico de esa época.


Os dejo con el tema Night drive.

martes, 29 de octubre de 2024

Escenas míticas del cine (CCCLXXVII)

Paul Schrader dirige en 1980 American Gigoló, un film en el que su protagonista es Julian Kay al que da vida Richard Gere, un treintañero atractivo, culto e inteligente de Los Ángeles, que utiliza sus encantos para vivir de la prostitución y mantener así su alto tren de vida. Su mánager es Anne (Nina Van Pallandt), que se encarga de buscarle mujeres ricas que paguen bien sus servicios. Una de sus clientes es Michelle (Lauren Hutton), la bella esposa de un conocido político. En uno de sus muchos trabajos, Julian acepta acostarse con la esposa de un rico hombre de negocios a petición de éste, pero un par de días más tarde se entera por la prensa que la mujer ha aparecido asesinada.
Hablamos de un film algo extraño donde se adivinan las pretensiones de su director, antiguo crítico primero y guionista después (hizo el de Taxi Driver en 1976 para Scorsese), y que un día decidió dar el salto a la dirección. Su sello está claro, es peculiar y muy personal tanto en la puesta en escena como en las transiciones, la cinta tiene ritmo, pero tanto ensayo resulta superficial y la historia te acaba durmiendo un poco, porque es predecible. Un detalle importante es que Richard Gere, por entonces no muy conocido, no era la primera opción para el papel de Julian, primero se pensó en Christopher Reeve, que era demasiado caro o John Travolta, que no aceptó el papel, pero para Gere fue un gran espaldarazo a su carrera que luego se confirmó en Oficial y Caballero dos años después, otro papel curiosamente rechazado por Travolta.
La banda sonora le fue encargada a Giorgio Moroder, que era por aquel entonces el rey de las discotecas, y había producido muchos de los hits rompepistas de finales de los años setenta. Moroder propuso a varios grupos cantar el tema Call me, primero fue a Fleetwood Mac, luego de su rechazo, Blondie que estaban en racha aceptaron con la condición de que la letra fuera escrita por Debbie Harry. Una escena inolvidable del film es en el inicio cuando Gere aparecía conduciendo un Mercedes descapotable, a la vez que arrancaba este tema Call me, un single que fue número 1 en Estados Unidos, Canadá y Gran Bretaña. La canción en sí, cuadra perfectamente con la época de la banda y no se diferencia de canciones de sus discos, con guitarras que llevan el ritmo, teclados destacados y la voz de Debbie que manda y mucho.


Os dejo con la mítica escena.



lunes, 28 de octubre de 2024

Escenas míticas del cine (CCCLXXVI)


Como alguna vez he dicho, en 1979 Ridley Scott dirige su segunda película, Alien, el octavo pasajero. Este es un film que tiene la gran cualidad de crear escuela, prácticamente inventa un género o lo renueva si se me apura, pero consigue que quede marcado en la retina de los espectadores y evidentemente como una obra cumbre de la cinematografía. Curiosamente no es ni la primera película de terror, ni la primera desarrollada en el espacio, ni tampoco la primera que enfrenta a un personaje solitario contra un ser que representa el mal, pero si que es cierto que fue la primera en unir todo eso en una cinta, y todo ello personalizado en una heroína femenina de mucho carácter.
La historia nos cuenta como la nave de carga Nostromo, de regreso a la Tierra, interrumpe su viaje y despierta a sus siete tripulantes. El ordenador central, Madre, ha detectado una misteriosa transmisión de una forma de vida desconocida, procedente de un planeta cercano aparentemente deshabitado. La nave se dirige al extraño planeta, para investigar el origen de la comunicación, y en esa expedición llegan a una zona donde hay unos huevos, en cuyo interior hay unos bichos que buscan en su salida del huevo inocular su semilla dentro del cuerpo que pillen. En concreto lo hacen en el de Kane, al que da vida el mítico John Hurt, y cuando regresan a la nave tiene un extraño tentáculo alrededor de la cabeza, que si lo tocan le estrangula, y que si lo cortan, el líquido saliente agujerea el suelo de la nave. El doctor de la expedición es Ash (Ian Holm) que va intentando hacer experimentos, mientras el capitán de la nave Dallas (Tom Skerritt) va tomando las decisiones.
En una escena mítica al inicio del film, los tripulantes de la nave Nostromo despiertan y salen de su sueño en las cápsulas, y el primero en hacerlo en concreto es Kane (John Hurt).


Os dejo con la mítica escena.

domingo, 27 de octubre de 2024

Bandas sonoras míticas del cine (CXC)

Como llevo diciendo estos días atrás, en 1978 Alan Parker dirige esta maravillosa película, cuyo guión es de Oliver Stone. El film está basado en un hecho biográfico real acaecido en 1970, la historia de Billy Hayes (interpretado por Brad Davis de manera magistral), un joven norteamericano que fue detenido por posesión de drogas (hachís) en el aeropuerto de Estambul, Turquía, y que fue sentenciado a 30 años de prisión por dicho delito (en aquel país está duramente legislado).
La película, describe las vejaciones a las que fue sometido en un ambiente infrahumano, del que logró escapar a Grecia, donde fue detenido y deportado a los Estados Unidos. Billy escribió el libro homónimo en que se basa el film.
Para desgracia de Billy, el Gobierno turco desea dar un castigo ejemplar a los traficantes de drogas y es juzgado por posesión de drogas y condenado a cuatro años y dos meses, que deberá cumplir en una prisión de Estambul. Su padre (Mike Kellin) viaja a Turquía para gestionar su liberación, pero la embajada estadounidense nada puede hacer, ya que el presidente Nixon había tensado las relaciones con Turquía.
El joven Bill Hayes no tiene la cabeza muy bien amueblada, parece no valorar ciertas cosas. Es en ese pensamiento que se cree invencible, que no le van a pillar en un control de drogas en el aeropuerto, pero sacar dos kilos de hachís en un viaje a Turquía para luego venderlos a los amigos en Estados Unidos parece fácil. El caso es que le detienen cuando va a subir ya a las escaleras del avión y le descubren el fajo que lleva en la cintura. Una vez detenido es enviado a prisión, donde empezará su auténtico calvario, que no esperaba pasar ni en sus peores sueños.
Comienza entonces la pesadilla para el joven, que tratará de adaptarse al ambiente de miseria antológica de la prisión, a cuyos reclusos les ha afectado a la mente a muchos de ellos. Queda junto a dos presos extranjeros, Max (John Hurt) y Jimmy (Randy Quaid), que también deben cumplir largas y dolorosas condenas.
Un condenado turco, Rifki (Paolo Bonacelli) los provee y vigila, por encargo del jefe de la prisión, Hamidou (Paul L. Smith), un gendarme sádico y pervertido que abusa de los reclusos. 


Para la banda sonora Alan Parker quería usar temas existentes de Vangelis, pero el productor ejecutivo de la película, Peter Gruber, le aconsejó que considerara a Giorgio Moroder para componer una partitura original, ya que saldría más barato. Moroder trabajaba para la discográfica Casablanca Records, cuya división cinematográfica, Casablanca Filmworks, era la productora de la película, por lo que todo quedaba en casa. Moroder compuso una banda sonora recordada aún a día de hoy, que le llevó a conseguir su primera estatuilla.

Os dejo con el tema principal del film, una melodía inolvidable.

viernes, 25 de octubre de 2024

Escenas míticas del cine (CCCLXXV)


Como decía el otro día, en 1978 Alan Parker dirige esta maravillosa película, cuyo guión es de Oliver Stone. El film está basado en un hecho biográfico real acaecido en 1970, la historia de Billy Hayes (interpretado por Brad Davis de manera magistral), un jóven norteamericano que fue detenido por posesión de drogas (hachís) en el aeropuerto de Estambul, Turquía, y que fue sentenciado a 30 años de prisión por dicho delito (en aquel país está duramente legislado).
La película, describe las vejaciones a las que fue sometido en un ambiente infrahumano, del que logró escapar a Grecia, donde fue detenido y deportado a los Estados Unidos. Billy escribió el libro homónimo en que se basa el film.
Para desgracia de Billy, el Gobierno turco desea dar un castigo ejemplar a los traficantes de drogas y es juzgado por posesión de drogas y condenado a cuatro años y dos meses, que deberá cumplir en una prisión de Estambul. Su padre (Mike Kellin) viaja a Turquía para gestionar su liberación, pero la embajada estadounidense nada puede hacer, ya que el presidente Nixon había tensado las relaciones con Turquía.
El joven Bill Hayes no tiene la cabeza muy bien amueblada, parece no valorar ciertas cosas. Es en ese pensamiento que se cree invencible, que no le van a pillar en un control de drogas en el aeropuerto, pero sacar dos kilos de hachís en un viaje a Turquía para luego venderlos a los amigos en Estados Unidos parece fácil. El caso es que le detienen cuando va a subir ya a las escaleras del avión y le descubren el fajo que lleva en la cintura.


Os dejo con la mítica escena.

miércoles, 23 de octubre de 2024

Escenas míticas del cine (CCCLXXIV)


En 1978 Alan Parker dirige esta maravillosa película, cuyo guión es de Oliver Stone. El film está basado en un hecho biográfico real acaecido en 1970, la historia de Billy Hayes (interpretado por Brad Davis de manera magistral), un jóven norteamericano que fue detenido por posesión de drogas (hachís) en el aeropuerto de Estambul, Turquía, y que fue sentenciado a 30 años de prisión por dicho delito (en aquel país está duramente legislado).
La película, describe las vejaciones a las que fue sometido en un ambiente infrahumano, del que logró escapar a Grecia, donde fue detenido y deportado a los Estados Unidos. Billy escribió el libro homónimo en que se basa el film.
Para desgracia de Billy, el Gobierno turco desea dar un castigo ejemplar a los traficantes de drogas y es juzgado por posesión de drogas y condenado a cuatro años y dos meses, que deberá cumplir en una prisión de Estambul. Su padre (Mike Kellin) viaja a Turquía para gestionar su liberación, pero la embajada estadounidense nada puede hacer, ya que el presidente Nixon había tensado las relaciones con Turquía.


El joven Bill Hayes no tiene la cabeza muy bien amueblada, parece no valorar ciertas cosas. Es en ese pensamiento que se cree invencible, que no le van a pillar en un control de drogas en el aeropuerto, pero él se pone nervioso, va al baño y se echa agua en la cara, pero sacar dos kilos de hachís en un viaje a Turquía para luego venderlos a los amigos en Estados Unidos parece fácil. Todo se complica cuando el corazón empieza a bombear a mil por hora y el sudor chorrea por la cara y la espalda, es carne de cañón, y su nerviosismo le delata. Es una escena mítica.

Os dejo con esa mítica escena.

lunes, 14 de octubre de 2024

12º Aniversario de My Kingdom for a film.


Hace ya 12 años, tal día como hoy, inauguré este blog en el que hablo sobre cine, películas, cortos, series, escenas míticas, escenas cómicas, estrenos de cine, bandas sonoras, noticias, etc...
Es cierto que cuando inicié esta aventura, con expectativas muy modestas, la cosa era complicada, pero con el paso del tiempo, el trabajo, los posts realizados y demás, la respuesta es bastante sentida y sobre todo se comparten opiniones de todo tipo.
Quiero dar las gracias a todos, a blogeros que son seguidores, comentaristas y lectores, a los no blogeros que también comentan y leen, a los blogeros que sólo leen, a los que sin ser blogeros se hicieron seguidores, a los que no son ni blogeros ni seguidores, pero se pasan a leer o comentar, a aquellos que sólo leen aunque no digan nada, e incluso a aquellos que sólo se pasan a criticar pero educadamente, claro. Y desde luego ya desde el asunto de la pandemia que no está siendo fácil, ya vamos recuperando bastante aquello de ir al cine, durante un tiempo ha sido difícil, el séptimo arte lo merece y creo que ya estamos en los ritmos de antes.
Aparte de estadísticas, de si te visita más o menos gente, de si hay más o menos comentarios, lo importante es que el cine sigue vivo, se siguen haciendo películas, claro que lo necesitamos y aquí vamos comentando sobre lo que un servidor puede ver.


Robert de Niro y Al Pacino dos grandes seguidores de este espacio y la devoción obviamente es mutua, siempre a los pies de dos cracks como ellos. 
Otro año  más y parece increíble, hablando de estrenos fulgurantes, noticias, películas, cortos, manteniendo mis viejas secciones de escenas cómicas y escenas míticas, y alguna seminueva como las bandas sonoras míticas, en definitiva un trabajo constante del que estoy muy orgulloso y quería compartir con todos. Además sigue vivo mi viejo blog de música, aún más veterano.
Aún recuerdo el primer post hablando de la película Drive, que me impulsó de manera definitiva a hablar de cine a día de hoy, una de tantas películas que me dejó huella.


Hoy es un día de celebración y quería recordar la película El jovencito Frankestein de 1974 dirigida por Mel Brooks, una de mis comedias favoritas. Hablamos de una de las comedias más disparatadas, delirantes, ingeniosas y divertidas de la historia del cine. Se trata de una de esas conjunciones donde todo funciona, y no sólo eso, sino que lo hace con un encanto especial, algo tocado con una varita mágica e irrepetible. Además y por si fuera poco, tiene la capacidad curativa de hacer olvidar problemas de la vida cotidiana, y te sientes completamente absorbido por la pantalla, en su hora y tres cuartos de duración.
Rodada en blanco y negro aposta, en ella, el joven doctor Frederick Frankestein (Gene Wilder), un neurocirujano norteamericano, ha huido siempre del estigma legado por su abuelo, quien creó años antes un monstruo. Ahí, es donde el guión perpetrado por Brooks y Wilder hace un desprejuiciado homenaje, que a la vez es parodia, y cómo no, revisión del mito cinematográfico, cuya creación era de Mary Shelley. Marty Feldman hace de Igor, un jorobado que tiene cosas realmente graciosas, mientras Inga (Teri Garr) es la ayudante del Doctor.


En una escena cómica de las muchas que tiene el film, Igor, Inga y el Doctor llegan a la sala donde su abuelo había dado vida al monstruo siguiendo el sonido de un violín, y que ahora está lleno de telarañas, aunque aún resuenan las palabras de cuando hizo esa operación sin derramar una gota de sangre, a lo que el Doctor dice: "Qué pozo de suciedad" mientras Igor responde: "Bueno, con un poco de pintura, unas flores y un par de cojines... entonces ven una luz y abren la puerta donde está el violín, un cigarro, y libros... que el Doctor presiente son de la biblioteca privada de su abuelo.

Os dejo con la gran escena.

domingo, 13 de octubre de 2024

La infiltrada (2024)

Arantxa Echevarría dirige La infiltrada, basada en la historia real de Aranzazu Berradre Marín, pseudónimo con el que se infiltró una policía nacional en la banda terrorista ETA durante ocho largos y duros años en la década de los noventa, a la que da vida una extraordinaria Carolina Yuste. Con apenas veinte años es seleccionada por Ángel (Luis Tosar), su jefe dentro del cuerpo nacional de policía, que le explica desde el principio que su labor será fundamental, pero para ello tendrá que desconectarse de su familia y cortar lazos aparte de que esa faena que haga no será reconocida nunca, ni antes, durante, ni después, pero no se puede equivocar. La joven consiguió infiltrarse en la izquierda abertzale presentándose como militante del Movimiento de Objeción de Conciencia de Logroño. Es la única mujer (esto generó burlas en su día por parte de sus compañeros) que convivió en un piso con dirigentes de la organización terrorista. Su labor fue crucial para desarticular el comando Donosti, en una época en la que la banda declaró una falsa tregua. Se trata de la historia de una mujer muy valiente, que cambió su vida para salvar la de otros.


La película retrata la evolución de la agente durante los ocho años que estuvo infiltrada dentro de la banda y la presión continua a la que estuvo sometida, con la preocupación de ser descubierta y la de obtener información clave sin ser descubierta. Esa trama llena de tensiones y peligros, explora los riesgos de vivir bajo una identidad falsa, además del precio emocional y personal de haber cortado las conexiones familiares.
La dirección de este film me parece brillante ya que destaca por su capacidad para construir un thriller en tono muy real, pero que también te muestra la opresión de la situación. Eso provoca que el espectador esté en tensión constante, y experimente la creciente sensación de peligro que rodea a la protagonista principal, ese conflicto interior que agobia y mucho a Arantxa está capturado de manera brutal.



Todo es llevado con un estilo sobrio, alejado de excesos, y centrándose en el carácter íntimo de la historia, enfocándose en las emociones y complejidad de los personajes. Es por esto, que retrata los aspectos más humanos de la protagonista, sus dudas, su soledad y su sufrimiento, sobre todo a partir del momento en el que tiene que compartir piso con un tipo como Sergio (Diego Anido) bastante peligroso, experimentado y algo loco, que hace que ella llegue a momentos límite.
Hay escenas impactantes, como la del asesinato de Gregorio Ordoñez, que te produce auténticos escalofríos, pero sirve para contextualizar de manera perfecta el peligro latente al que se exponían todos en aquella época.
Unas actuaciones convincentes de todos los actores hace también que la película funcione y las historia sea muy creíble.

En definitiva es una película que equilibra de manera perfecta la tensión de la situación y el drama personal que te mantiene sin pestañear durante la proyección.

Os dejo con el tráiler del film.