Hace 5 años Kenneth Branagh recuperó a Hercule Poirot, quizás el personaje más famoso creado por Agatha Christie, para hacer una nueva versión de Asesinato en el Orient Express, que a mí en su día me gustó, aunque tuvo división de opiniones entre crítica y público. Creo que Branagh es bastante respetuoso con la novela y tiene la virtud de conservar lo bueno de aquella cinta de hace un lustro y ahora con Muerte en el Nilo (novela de 1937) vuelve a estar a un gran nivel. Posee un enorme reparto, uno de los grandes atractivos para el público, y el director y actor se esmera en hacer una buena presentación de todos ellos para que queden situados en la mente del espectador antes de que suceda el crimen, rebosando encanto y clasicismo.
De esta forma, nos encontramos con similitudes con la cinta de hace cinco años casi inevitablemente y en líneas generales, pero a la que se le añade un músculo técnico soberbio, con un diseño de producción muy notable, una fotografía en 65mm sublime (de Haris Zambarloukos) y con un director que borda la puesta en escena. Es precisamente esa mezcla de lo analógico y lo digital lo que le da una pujanza tremenda al film, y enamora como he dicho antes, con el reparto fastuoso bastante coral y de nivel, que evoca al Hollywood clásico con Gal Gadot, Emma Mackey, Armie Hammer, Tom Bateman o una ya veterana Annette Bening, aunque obviamente la auténtica estrella es Poirot al que da vida el propio Kenneth Branagh.
Evidentemente la película sufre un giro a raíz de un crimen que se va mascando ya desde el inicio y que tiene su desenlace en el barco de vapor llamado Karnak. Allí disfruta Poirot de unas vacaciones egipcias, siendo invitado al enlace de una pareja supuestamente perfecta y que conforman Linnet Ridgeway a la que da vida una espléndida Gal Gadot y Simon Doyle al que interpreta Armie Hammer. Pero el nacimiento de esta pareja es algo brusco, ya que antes Simon estaba unido a Jacqueline de Bellefort (Emma Mackey), hasta que esta le presenta a su amiga Linnet bastante adinerada, decidiendo cambiar él una por otra. Jacqueline a partir de ese momento los persigue allá por donde van, por lo que la pareja recurre a Poirot para que les ayude y les sirva de protección. En toda esta parte de lujo en el barco de vapor y antes, la música es de un exquisito gusto.
Quizás la presentación de personajes se extiende demasiado en el tiempo, y es cuando fluye la sangre cuando el film se acelera, las sorpresas empiezan a salir a borbotones en este thriller de misterio, donde como siempre el propio Poirot se las apaña para ir salpicando la trama con pistas falsas, todo tipo de triquiñuelas argumentales y los típicos giros, que a mí a veces me producen algo de sopor, pero que son absolutamente fundamentales en un personaje tan definido.
Amor en exceso que produce dolor, teatralidad, dinero y con una factura deslumbrante se combinan en la película que aconsejo ver con siesta dormida.
Nueva adaptación del clásico "Asesinato en el Orient Express" por el actor y director Kenneth Branagh, que reviltaliza el clásico literario de Agatha Christie, publicado en 1934 y que cinematográficamente sucede a otras versiones, conviertiéndose en un nuevo remake. En esta ocasión el guión adaptado de la novela, ha corrido a cargo de Michael Green. Creo que volver con esta nueva recreación, tiene como objetivo hacerlo más actual para que las nuevas generaciones sean conscientes de esta obra clásica, y la verdad es que consigue ser una cinta de entretenimiento bastante estimable, además de contar con un reparto con mucho nivel.
Todos tenemos en la memoria la ya mítica cinta que dirigió en 1974 Sidney Lumet, donde había un elenco memorable, Lauren Bacall, Ingrid Bergman, Sean Connery, Anthony Perkins o Albert Finney en la piel del investigador belga más famoso del mundo, Hercule Poirot, ya saben, un hombre que nació estudiado, y al que no se le escapa el más mínimo detalle, además de dormir con una prótesis para que su bigote estuviera siempre perfecto, y entre sus exigencias contaba con que le sirvieran dos huevos duros del mismo tamaño para desayunar. Aquí será el propio Branagh el que realice ese papel, y la verdad es que por momentos hay una sensación de cierto viaje egocéntrico por su parte, aunque evidentemente hablamos del papel protagonista.
Si bien en la antigua versión había una sabia interpretación de dos épocas, estilos distintos y necesidades comerciales en lucha, en este nueva mantiene el clasicismo de la antigua, su espíritu y su ritmo, pero ante todo no olvida describir de manera consecuente y muy sagaz a todos los personajes involucrados en el asesinato, siendo por momentos también un envidiable ejercicio audiovisual, ya que tanto paisajes como la fotografía son excelentes.
Recordemos que la historia narra el asesinato perpetrado durante un viaje en el legendario tren Orient Express que salía de Estambul (Turquía) con destino Calais (Francia). La investigación del detective belga tropieza desde el inicio con grandes dificultades, ya que los ilustres pasajeros disponen de coartadas que el astuto investigador irá tirando abajo una a una.
Pero, ¿donde radica la diferencia entre el Poirot de antaño de Finney y éste de Brannagh? Bajo mi punto de vista, y aparte de que hay situaciones casi de sainete en el film, éste Hercule se ha transformado casi en un héroe de acción, pero sin perder en ningún momento todas sus cualidades refinadas y de buen gusto.
Del reparto la verdad, Branagh está muy bien, no me cuadra Penélope Cruz, no me la creo llorando, sin embargo Michelle Pfeiffer sigue siendo una atracción fatal maravillosa en su papel de Caroline Hubbard, Johnny Deep está perfecto en el papel del asesinado Edward Ratchett. Judi Dench, Willem Dafoe y el resto de actores rayan a gran altura.