Como decía hace un tiempo, en 1971 el australiano James Clavell, procedente de la literatura, dirigió un film titulado El último valle, ambientada durante la Guerra de los 30 años (1618-1648), concretamente en 1641. Durante uno de sus viajes, Vogel, al que da vida Omar Shariff, y que era un antiguo profesor, llega a un apacible pueblo ubicado en un precioso valle y que ha tenido la suerte de no ser afectado por la guerra, que sí asola los alrededores. A la vez, un ejército de mercenarios comandados por El Capitán (Michael Caine) también lo descubre y aceptan la oferta de Vogel de quedarse a pasar el invierno a cambio de proteger al pueblo, aunque la idea inicial de los mercenarios era saquear el pueblo, como hacían habitualmente cuando necesitaban provisiones. Cerrado el pacto, los mercenarios aceptan respetar la vida de los habitantes muy católicos del pueblo y sus costumbres, y a cambio ellos tendrán comida y mujeres con los que saciar su virilidad. Pero con el paso del tiempo el estilo de vida de los mercenarios choca con el estilo de vida de los habitantes del pueblo, apareciendo entonces la violencia.
La película nos muestra esas complejas relaciones entre los habitantes del valle y los recién llegados, de vidas completamente opuestas y cuyos valores por los que se mueven, también lo son. Cierta reminiscencia a Los siete samurais de Akira Kurosawa la hay, es evidente, un referente siempre.
El Capitán (nunca se dice su nombre a lo largo del film) es un profesional de la guerra, descreído y alejado de idealismos, y como es lógico sin sentimientos a la hora de matar a todo aquel que se interponga en su camino o amenace su autoridad, es su manera de subsistir. En el desarrollo del film, va evolucionando y muestra cierta humanidad. En cambio Vogel, es un intelectual, no un hombre de acción, pero también es un superviviente a su manera. Fue profesor universitario, es inteligente y reflexivo, y a pesar de haber sufrido en carne propia los horrores de la guerra y haber visto morir a toda su familia, es una persona sensible que defiende valores humanistas y racionales. Grüber (Nigel Davenport) es el representante de los habitantes del pueblo, y el que habla con los soldados en nombre de todos, ya que sus vecinos le consideran el más preparado.
La banda sonora corrió a cargo de John Barry, y ni que decir tiene que es espléndida, orquestada y de una calidad sublime.
Os dejo con la Suite de The last valley.
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