martes, 7 de diciembre de 2021

The Beatles: Get Back (2021)

Mucho se ha hablado, como no podía ser menos, de esta película documental dirigida por Peter Jackson y estrenada los días 25, 26 y 27 de noviembre en Disney + dividido en tres episodios de dos horas y algo cada uno de ellos, un total de cerca de 8 horas de un material casi todo inédito correspondiente al proceso de grabación del álbum originalmente concebido como Get Back y que acabó siendo Let it be, el último disco de estudio de The Beatles. Este mastodóntico documental creado minuciosamente por Peter Jackson (con el acuerdo total de los beatles vivos y las viudas de los fallecidos) a partir del material al que ha tenido acceso y que parte del metraje rodado por Michael Lindsay Hogg, es un descubrimiento de gran impacto emocional para los que somos fans acérrimos del grupo más grande de la historia, casi a la altura como si se hubiera publicado un disco inédito de la banda. Hay un detalle muy importante a aclarar, y es que la película editada en su día por el propio Michael Lindsay Hogg y titulada Let it be, dio una imagen de desintegración del grupo en su momento, muy engañosa desde mi punto de vista, y este documental sirve en muy buena medida para poner las cosas en su sitio. Siempre se dijo que Yoko Ono creó fricciones y rompió al grupo, pues bien, yo no veo nada de eso, está la mayor parte del tiempo pegada a John y no dice ni mu, las tensiones entre ellos (en muchas ocasiones derivadas del cansancio) las hubo, pero no tan exageradas como se dijo, eran amigos y en todo grupo de amigos del amor al odio hay un paso, como en las relaciones de pareja, y creo que también queda claro que Paul McCartney no era ningún dictador ni mucho menos, todo se hablaba y se llegaba a acuerdos entre los cuatro por votación. Es importante también hablar sobre el trasfondo curioso y muy llamativo que tiene la película en cuestión, ya que Peter Jackson es el conocido director de la trilogía de El Señor de los Anillos, pero también obviamente es un fanático extremo de The Beatles. El director neozelandés tenía solo 7 años en 1968, el mismo año en que J.R.R. Tolkien se negó a darle permiso a los Fab Four para hacer una versión cinematográfica de su novela que querían adaptar, donde Paul iba a ser Frodo, Ringo iba a ser Sam, John sería Gollum (madre mía) y George era Gandalf (acertadísimo) todo ello dirigido por Stanley Kubrick, nada más y nada menos. Muchos años después Paul McCartney le explicó esa historia a Peter Jackson en un encuentro entre ambos y a la vez le dijo que había un metraje inédito no usado en sus sesiones para Let it be, como es lógico a Mr. Jackson le faltaron cero segundos para ponerse manos a la obra, ofreciéndose casi de rodillas y evidentemente fue elegido. Un trabajo de cuatro años que podemos disfrutar y de qué forma ahora. El trabajo audiovisual es de un nivel superlativo, las imágenes originales rodadas en 16mm (55 horas de tomas descartadas y otras 150 horas de música restauradas) parecen grabadas en la actualidad y son de un nivel sublime, se han limpiado desde cero y su resultado es espectacular. En definitiva un trabajo mucho más preciso y nada sensacionalista, de una crudeza y realidad impactantes. 


La obra se divide en tres actos, que es conveniente aclarar desde el principio. En el primer episodio se explica la idea original de rodar a The Beatles componiendo sus nuevos temas y dar un concierto, hablamos del 2 de enero de 1969, y todos llegan al plató de Twickenham donde Ringo iba a rodar una película, y que es un lugar grande, con demasiados espacios sobrantes que no acaba de ser del gusto de los músicos. En esta parte, se ve a unos hombres acostumbrados a tocar y ensayar a deshoras que les cuesta levantarse pronto y estar adscritos a un horario, parece incluso que fueran vagos, algo muy alejado de la realidad, nunca olvidemos que durante siete años trabajaron como jabatos, lo que si estaban eran cansados. Es en esta fase donde quizás se note menos avance en la fabricación de las canciones, aún muchas están en pañales, y es ahí donde quizás los profanos en la materia se aburran, pero para los que nos gusta la música disfrutemos mucho, ese proceso creativo es realmente interesante, donde cada pequeño detalle, cada gesto cuenta y mucho. De hecho esta parte acaba con el enfado de George que decide irse y dejar (al principio como idea fija y luego momentáneamente) el grupo, al verse postergado a una labor menor por Paul y John. En toda esta fase hay un personaje que me resulta realmente llamativo y es el de Mal Evans, un tipo que era Ingeniero de Telecomunicaciones (ningún botarate) y que desde que escuchó a los Beatles en The Cavern se hizo fanático y se ofreció a llevarles instrumentos, a escribirles letras, etc., a ser su road manager en realidad y que atendía los caprichos de los cuatro de Liverpool, fueran los que fueran y sin rechistar, siendo tratado en muchos momentos como un paño de cocina, y con un sueldo de 38 libras semanales. Se puede ver como a lo largo del film, cualquier cosa que ellos piden, Mal la trae, un yunque, unos zapatos para George, lo que fuera, un personaje que inspiraba mucha ternura y cuyo final fue terrible años más tarde.
El primer y segundo episodio van casi enlazados, ya que el comienzo del segundo se refiere a las reuniones que tienen para que George vuelva y todo se encauce. Enderezada la nave se pone como solución ir a ensayar (sin perder el proyecto de la película-concierto) a los estudios de Apple en Savile Row, donde con la inestimable colaboración de George Martin, junto a Glyn Johns de ingeniero (con el que hablan constantemente con él los músicos) montan un estudio para grabar y ensayar que será mucho más del agrado de los chicos, donde estarán más juntos y la productividad subirá como la espuma en un entorno agradable (por allí andaba un joven aprendiz de ingeniero de sonido que manejaba cintas llamado Alan Parsons). Es muy destacable la aparición en uno de esos días del músico Billy Preston, al que los Beatles conocían de haber coincidido con él en Hamburgo cuando tocaba junto a Little Richard. Billy llegó a Londres invitado a un programa de televisión y se pasa a saludar a los chicos, y claro se pone a tocar con ellos un rato, acabó grabando su órgano en todos los temas, algo que los Beatles venían reclamando que hacía falta al ir componiendo el armazón de los temas, una guinda de lujo. Mucho se dijo de que Billy unió lo que se desintegraba, nada más lejos de la realidad, Billy toca con ellos, se divierte y como encaja tan bien, acaba formando parte de la banda en esas sesiones.

Y llega la tercera y última parte, que como es lógico tiene su punto álgido y final con el concierto en la azotea de Apple Corps el 30 de enero (todo se fue retrasando). Antes como preludio ellos están los días anteriores puliendo los temas que van a tocar en ese mini concierto, y se produce una de las conversaciones más interesantes, Paul quería apurar y llevar todos los temas preparados (unos 14), pero John le dice que es mejor tocar los 7 que si tienen pulidos alegando que está muy cansado y no da para más (algo que se ve en varios momentos de la cinta). En la decisión final de subir a la azotea, gana por 3 votos a 1 la de subir, siendo la negativa la de George. Finalmente los cuatro de Liverpool suben a esa azotea ya mítica y tocan varios temas, algunos de ellos dos y tres veces, y os puedo asegurar que lo he disfrutado mucho, se me ha puesto la piel de gallina otra vez, absolutamente espectacular, memorable y mítico, digno de verse miles y miles de veces. Allí arriba tocan (alguna hasta dos o tres veces) Get Back (tres tomas), I've got a feeling (dos tomas), Don't let me down (dos tomas), One after 909 y Dig a Pony. La banda tocó hasta que las quejas de los vecinos de la zona llevaron a la policía a poner fin al concierto. Varias de las canciones grabadas arriba terminaron por incluirse en el disco Let it be, mientras al día siguiente 31 de enero The Beatles graban algunos otros temas como Let it be y For you blue, poniendo fin a las sesiones. Este concierto inesperado en su momento para la gente de a pie, tuvo muchos comentarios que son reflejados por entrevistas a los viandantes y vecinos con opiniones dispares y para todos los gustos, pero que reflejaban un desconocimiento generalizado de lo que ocurría en las alturas.


En definitiva toda la crudeza de la realidad está aquí, no hay ni trampa ni cartón, Jackson deja fluir las sesiones para dar todas las pistas y que cada uno vaya encajando su puzzle y desmitifique todo aquello que se montó en su día y que poco tenía de verdadero.

Os dejo con el tráiler de esta maravillosa obra de arte que falta hacía.

4 comentarios:

  1. Que tal Savoy!
    He leído alguna que otra columna de opinión, unas mas entusiastas que otras. No soy lo que se dice un "beatlemaniaco" (esto lo digo de buen rollo...jeje), me gusta mucho su música y de vez en cuando cae algún disco que otro, aunque te diré que mi mujer no los soporta...jeje
    Por supuesto que lo veré. Me ha impresionado la calidad de imagen.
    Venga, saludos!

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    1. Fran: Muy buenas amigo. Pues mira, una cosa que trato de decir en el análisis que hago, es que para una persona fan del grupo, de su música, puede resultarle algo pesado, pero para la gente que ama la música, es algo fantástico ya que lo que se ve es el proceso de construcción de canciones, con todo lo que eso conlleva y sin ningún tipo de filtros. Es por tanto algo difícil, que no a todo el mundo puede gustar. Eso sí, lo de la calidad de imagen es alucinante.

      Un saludo.

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  2. Magnífico texto sobre un documento necesario para conocer la historia musical del siglo XX.

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    1. Miguel López: Muchas gracias, creo que ver el documental con atención te hace escribir casi del tirón, te inspira. En efecto, como dices es fundamental para conocer la historia de la música del siglo XX.

      Un saludo.

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