Cartel del film
El gran dictador es una película escrita, dirigida y protagonizada por Charles Chaplin en 1940. Era el único cineasta en Hollywood que seguía realizando películas mudas cuando el sonido ya estaba plenamente implantado en el cine, siendo ésta su primera película sonora y curiosamente la de mayor éxito. En el momento de su estreno, Estados Unidos no estaba en guerra todavía con la Alemania Nazi, pero la película ya demostraba una feroz y controvertida condena al nazismo, el fascismo y el antisemitismo, pero realmente lo era a las dictaduras en general.
Un humilde barbero judío tiene un parecido asombroso con el dictador de Tomania, un tirano que culpa a los judíos de la crítica situación que atraviesa el país. Un día, sus propios guardias lo confunden con el barbero y lo llevan a un campo de concentración. Al mismo tiempo, al pobre barbero lo confunden con el tirano. Chaplin interpreta ambos papeles, el del dictador Adenoid Hynkel (clara parodia de Adolf Hitler) y el barbero judío que guarda similitudes con el personaje del vagabundo de Charlot, aunque no hay referencias explícitas del mismo, se considera que en éste film está la última aparición de Charlot.
Hynkel, el dictador de Tomania, es presentado como un hombre egoísta, infantil, inseguro, incapaz de tomar decisiones de ninguna clase y todavía menos de gobernar un país, la bola del mundo con la que juega en una de las escenas más memorables del film, que acaba explotando, física y simbólicamente, en sus manos. Pero Hitler no es el único personaje de carne y hueso que inspiró a Chaplin, el dictador de Bacteria, Benzino Napoloni (Jack Oakie), está inspirado en el dictador fascista italiano Benito Mussolini. Garbitsch (del inglés garbage=basura), interpretado por Henry Daniell, secretario del interior y ministro de propaganda de Hynkel, está inspirado en Joseph Paul Goebbels (1897-1945), ministro de educación popular y propaganda del gobierno nazi, y el Mariscal Herring (Billy Gilbert) evoca al Mariscal Hermann Wilhelm Göring (1893-1946), responsable de las fuerzas aéreas y uno de los máximos dirigentes de la Gestapo, los servicios secretos alemanes. La cruz gamada de los nazis, al mismo tiempo, aparece transformada en una doble cruz aprovechando un juego de palabras anglosajón que implica la idea de estafar.
Una, sin duda, de las obras maestras del cine, una película atemporal, y que describe muchas de las miserias de la raza humana, las dictaduras como un cáncer absoluto y totalmente realista y visionaria a la vez.
Os dejo con la última escena de la película con el discurso final.
Obra maestra absoluta. No digo nada más. Bien, brother.
ResponderEliminarJohnny: Totalmente brother, además como digo se adapta por desgracia incluso al día de hoy.
EliminarUn brazzzo.
Es lo que tienen las obras maestras que el tiempo no les afecta y el ser humano se empeña, nos empeñamos, en que el tiempo no afecte a las cosas malas y feas, somos así de listos...Chaplin era mucho mas listo y quiso echar una mano en este sentido con este santo peliculon, pero la estupidez humana es infinita...
ResponderEliminarAbrazo dictatorial...
Addison de Witt: Estoy completamente de acuerdo con tu razonamiento. El ser humano es capaz de tropezar en la misma piedra históricamente por los siglos de los siglos. Chaplin, en un alarde de genialidad de los suyos parió ésta obra que en su momento le ocasionó muchos problemas en Estados Unidos, pero está claro que venía avisando de lo que luego pasó.
EliminarBueno, abrazo trufero...