Soren Kierkegaad decía:
Hay dos clases
de personas: las que viven dormidas y las que están despiertas; las que no se
plantean nada y las que no paran de hacerse preguntas; los cómodos conformistas
y los incansables buscadores; los pasotas pasivos y los angustiados activistas;
los creyentes y los creativos; las ovejas blancas y las negras; los explotados y
los explotadores; los que se dejan comprar y los que no están en venta; los
estúpidos cortos de mente y los listos que se las saben todas; los pragmáticos y
los románticos; los que viven distraídos y los que están pendientes del trabajo;
los realistas y los utopistas; los ingenuos y los cínicos; los que llevan
corbata y los hippies; los gregarios y los individualistas; los urbanitas y los
rústicos; los fanáticos y los me importa un bledo; los violentos y los
pacifistas; los adaptados y los outsiders; los que lo tienen todo muy claro y
los que a menudo se contradicen…
No, no hay dos
clases de personas.
Bajo la premisa de una historia de amor que se va torciendo, Eva Moreno y Juanca Vellido, nos presentan éste cortometraje, que protagonizan la guapísima Manuela Vallés y Miguel Ángel Muñoz. El corto nos muestra que podemos comportarnos de una
determinada manera, y en otras circunstancias, actuar de un modo totalmente
opuesto. Que no existen categorías fijas de personas, y que el etiquetado marca
a las personas por las connotaciones (normalmente negativas) que llevan
asociadas.
Al final en realidad, cada persona puede ser muchas a la vez, muchas máscaras o personalidades dentro de una misma, como si fuesen varias caras de la misma persona. Pero lo más importante no es llegar a comprender quienes somos de verdad, sino jugar a ser todo lo que podemos ver, y experimentar sin miedo a las infinitas posibilidades que nos ofrece la vida.
Disfrutad de este buen corto.
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