En 1978 Richard Donner dirige Superman, una película inolvidable por muchos motivos para un servidor. Basada en el cómic, a partir del cual se hizo el guión, se nos narra como desde una galaxia remota, un recién nacido es enviado por sus padres al espacio, debido a la inminente destrucción del planeta donde viven. Esa pequeña nave aterriza en la Tierra y el niño es adoptado por unos granjeros (la zona a donde la nave llegó), grandes seres humanos que le inculcan al chaval los mejores valores humanos. Con los años crece, y dejará dicha granja para ir a Metrópolis y allí usar y desarrollar sus poderes sobrenaturales para luchar contra el mal. Christopher Reeve quedaría ya para siempre asociado al personaje que interpreta en el film, el de Superman, donde lo fantástico, lo épico y lo aventurero se dan la mano de una forma fantástica.
Todo ello estaba musicado de manera gloriosa por la banda sonora de John Williams, que al parecer fue de lo último en realizarse, aunque parece que toda las imágenes están compuestas al son de la partitura.
En una escena mítica y de lo más romántica es aquella en la que Lois Lane (Margot Kidder) le ofrece vino a Superman cuando llega a su ático, y él responde: "Gracias, no bebo cuando vuelo". Ella le fríe a preguntas, de si está casado, si tiene novia formal a lo que contesta negativamente y le asegura que si la tuviera, ella sería la primera en saberlo. En la tirada de preguntas siguientes le pregunta por su altura, y también de qué color lleva ella su ropa interior (ella se ruboriza pícaramente y se disculpa), a lo que Superman contesta que debe haber un macetero de plomo que no le permite ver el color de su ropa interior... a lo que ella anota... "problemas con el plomo...".
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