En 1996 Joel Schumacher dirige Tiempo para matar, una mezcla de drama y thriller con el tema del racismo como principal protagonista. La historia nos cuenta como en un tranquilo pueblo de Mississippi, dos jóvenes borrachos y sedientos de fiesta violan salvajemente a una niña negra de diez años que venía de comprar comida de una tienda. La mayoría blanca de la ciudad se muestra horrorizada ante tal crimen. Carl Lee, el padre de la niña al que da vida Samuel L. Jackson, decide tomarse la justicia por su mano y mata a los violadores de su hija, cuando estos se dirigen detenidos a la vista preliminar. Mientras, la tensión va creciendo por momentos, reaparecen en las calles las cruces del Ku Klux Klan, pero además hay un duelo de abogados y a la vez actores de alto nivel, por un lado Jake Brigance, interpretado por un gran Matthew McConaughey, es un joven abogado blanco que decide defender a Carl Lee, intentando salvar la vida de su defendido, pero al final también la suya y la de su familia. En el otro el fiscal del estado Rufus Buckley al que da vida Kevin Spacey que está sublime. Patrick McGoohan interpreta al juez Omar Noose que es el encargado de impartir justicia.
En una escena mítica al principio del juicio se muestran los alegatos de acusación y defensa y Brigance pide la inocencia de su cliente por enajenación mental.
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