jueves, 31 de julio de 2025

Escenas míticas del cine (CDXXXII)

Como decía ayer, en 1968 Stanley Kubrick dirige esta obra maestra del cine 2001: Una odisea del espacio, en colaboración con Arthur C. Clarke, que co-escribió el guión. Es quizás, y sin exagerar, la película más compleja jamás realizada, fascinante desde los títulos de créditos hasta el enigmático y "todopoderoso" final, explorando por el camino nuevos conceptos visuales y narrativos, eliminando casi los diálogos (la primera palabra es en el minuto 20 del film), y capaz de mezclar y agitar en una misma coctelera filosofía, historia, ciencia-ficción, antropología, teología, tesis morales, etc., capaz de inventar el paisaje y nuevos caminos para la fotografía, de hacer de una película un concepto metafísico que va más allá, y de utilizar la música clásica como banda sonora, provocando un resultado portentoso.
En definitiva, marcó un hito por su estilo de comunicación visual, sus revolucionarios efectos especiales, su realismo científico y sus proyecciones vanguardistas. Todo esto antes de que el hombre hubiera llegado a la Luna... supuestamente.
Su trama se centra en un equipo de astronautas, que trata de seguir las señales acústicas emitidas por un extraño monolito hallado en La Luna, el satélite de la Tierra, y que parece ser obra de una civilización extraterrestre. El reparto está integrado por Keir Dullea como Dave Bowman, Gary Lockwood como Frank Poole, Douglas Rain como la voz de HAL 9000 y William Sylvester como el Dr. Heywood Floyd. Es una cuenta atrás hacia el futuro, un mapa del destino humano, una conquista del infinito, un apasionante drama sobre el hombre que lucha contra la máquina.
No voy a engañar a nadie, 2001: Una Odisea del espacio, es una experiencia tan diferente, tan puramente subjetiva, que se hace muy cuesta arriba para un espectador normal. Muchas secuencias son duras de soportar, alumbradas únicamente por el silencio, la atmósfera de la soledad en el espacio, por el frío y descorazonador ambiente que transmite la nave espacial, todo ello puede resultar incluso aburrido en un primer visionado... y entonces ¿qué es lo que hace de ésta película el cénit de la ciencia-ficción? ¿qué tiene para que legiones de espectadores la contemplen, la comenten con entusiasmo (como yo con un amigo hace años en uno de mis garitos favoritos), la hagan objeto de estudio, la desmonten y analicen hasta sus mínimos detalles?... Es difícil de explicar, porque toda la película en si es un enigma, hipnótico y especial...


La estación espacial es enorme y tiene forma de doble rueda tórica que gira en torno a un cilindro, en el cual tiene su sección central el hangar de aterrizaje. Debido a la fuerza centrífuga, la zona de la estación que corresponde a la rueda, al rotar, tiene una simulada gravedad artificial.
Una de mis escenas favoritas, es la maniobra de aproximación, una coreografía espacial asistida por computadores de navegación, con la música de El Danubio Azul de Johann Strauss II como acompañamiento sideral.

Os dejo con la mítica escena.

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