jueves, 30 de octubre de 2025

Escenas míticas del cine (CDXLIX)

En el año 2020 Leigh Whannell (que hizo Saw en 2004) dirige El hombre invisible, cinta basada en la mítica novela de H. G. Wells de 1897 (autor también de novelas como La máquina del tiempo, o La guerra de los mundos), de la cual ya habían sido adaptadas a la gran pantalla diversos trabajos como el de James Whale en 1933, encarnando Claude Rains al maníaco protagonista. Este film tuvo mucho éxito, así Universal recicló años después el concepto en una cadena de secuelas cuyo título daba idea de la decreciente calidad y escasez de ideas como "El regreso del hombre invisible" (1940), "La mujer invisible" (1940), "El agente invisible" (1942) o "La venganza del hombre invisible" (1944), antes de rematar con la inevitable "Abbot y Costello contra el hombre invisible" (1951). Ya después vinieron otras versiones más o menos fieles con la obra original, una turca de 1955, otra rusa de 1984 y en ese mismo año una adaptación de la BBC como miniserie de televisión de seis capítulos, ambientada en la época de la novela, y que es la más respetuosa con el texto original. En los 80 y 90 hubo cierta degeneración en carnaza para serie B del tema del hombre invisible, aunque de esa época me gusta rescatar el film "El hombre sin sombra"(2000) de Paul Verhoeven donde el papel principal era para Kevin Bacon.
En esta cinta del año 2020 Cecilia Kass, a la que da vida Elisabeth Moss, escapa de la casa de su novio, Adrian Griffin, al que encarna Oliver Jackson-Cohen, que es un ingeniero millonario especializado en óptica, que ha estado maltratándola psicológicamente, y ejerciendo sobre ella un control obsesivo. Asustada, ella se esconde en el hogar de un amigo policía, James Lanier, al que da vida Aldis Hodge, y semanas después recibe la noticia de que su ex-novio se ha suicidado. Sin embargo, su cordura se empieza a tambalear cuando empieza a tener la certeza de que en realidad sigue vivo. El hermano de su ex-novio, Tom (Michael Dorman), es el abogado que gestiona su testamento y le comunica que le ha legado a ella una fortuna de cinco millones de dólares. En vida siempre él le prometió que la acecharía, aunque fuera de manera invisible y ella empieza a sentirse vigilada, acosada, lo que carcome su vida y alienándola con la gente que la rodea que piensan que sufre un trastorno mental. La interpretación de Elisabeth Moss está a una gran altura, la verdad.
De la novela original, si tenemos al científico apellidado Griffin que crea un sistema para volverse invisible, la fórmula química de la novela de Wells es aquí sustituida por un traje de alta tecnología que refleja la luz, y eso sí, a semejanza de la novela, el tipo es un individuo mentalmente inestable.


En una escena que se ha convertido en mítica Cecilia entra al laboratorio donde ve una cámara que la graba y se ve en una pantalla, de repente un mecanismo se activa y el aparato que hay allí empieza a construir una figura, que es un traje de altísima tecnología que refleja la luz, ante lo que ella asiste alucinada.

Os dejo con la mítica escena.

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