Mel Brooks dirigió a principios de 1974 Sillas de montar calientes, una parodia sobre los films del oeste, en la línea de las propuestas por Burt Kennedy o Bud Yorkin de aquella época, pero con su propio estilo, un desmadrado relato, tras los logros de las notales Los Productores (1967) convertida en un exitoso musical y El misterio de las doce sillas (1970).
Aquí se cuenta la historia del avaricioso gobernador Lepetomane, al que da vida el propio Mel Brooks, y su malvado ayudante Hedley Lamarr (Harvey Korman) que quieren que los habitantes de Rock Ridge abandonen la ciudad, para vender los terrenos a una compañía de ferrocarril. Para facilitar sus maquiavélicos planes, nombran sheriff a Bart (Cleavon Little), un negro condenado a la horca, para que fomente el desorden y la anarquía en la ciudad.
En el pueblo organizan una bienvenida, orquesta, coronas de laurel para recibirle, etc., hasta que entra en el pueblo y todos se quedan con la boca abierta por el color de su piel.
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