En 1984, el canadiense residente en Estados Unidos, Ivan Reitman dirige Los Cazafantasmas y que contaba con el guión de sus actores Dan Aykroyd, Harold Ramis que fraguaron en el sótano de la casa del primero, al que luego se unió Rick Moranis. Los doctores Peter Venkman (Bill Murray), Raymond Stantz (Dan Aykroyd) y Egon Spengler (Harold Ramis), ante sus escasos resultados en el campo de la investigación paranormal, son expulsados del departamento de parapsicología de la Universidad de Columbia. Es entonces cuando deciden emprender en New York, un negocio enfocado a la eliminación de fantasmas, que a partir de un invento suyo por medio de un equipo de protones, atrapan y depositan dichos fantasmas en una unidad de contención. Lo que ni por asomo imaginaban, era la cantidad de horas extras que les obligaría a trabajar dicho negocio.
Este film, cuyo paso del tiempo parece que no le sienta bien en todos los aspectos, si que es cierto que es una referencia inexcusable del cine ochentero por el impacto social que tuvieron y su importancia dentro de la cultura popular. Comedia que no tenía muchas pretensiones y con evidente acento taquillero, para pasar un buen rato comiendo palomitas.
Sigourney Weaver da vida a Dana Barrett, a la que Peter Venkman conocerá gracias a la aparición de un fantasma, ganar dinero y conocer mujeres es su afición. Dana tiene como vecino a ese pequeño gran hombre llamado Louis Tully, al que da vida el gran Rick Moranis, el típico personaje irritante, pesado, pero muy divertido.
En una escena mítica Dana viene de comprar de la calle y es "asaltada" por Tully que está como loco por ella, le cuenta toda su vida (como si a ella le importara), le invita a tomar una agua mineral a su casa (invitación que ella rechaza educadamente diciendo que se va a un ensayo) y le sigue dando la tabarra con la tele, e invitándola a una fiesta que va a hacer... en fin la pesadez metida en ese pequeño cuerpo.
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