Steven Spielberg dirige Indiana Jones, en busca del arca perdida en 1981, una de esas joyas del cine por la que no pasan los años. Todos los elementos cuadran a la perfección, estaban el talento del director, un creador y las ganas de contar con mucha pasión historias antiguas donde la aventura está presente en todo momento, y que de niños les habían hecho soñar. Recordemos que George Lucas había creado Indiana Jones en 1977, y Spielberg estaba deseando hacer un film al estilo James Bond, pero Lucas le salió con el arqueólogo que recorría medio mundo buscando tesoros y que se metía en mil líos y peligros. Spielberg tenía claro que el papel era para Harrison Ford, pero Lucas no quería que se convirtiera en una relación fetiche, como la que tenían Scorsese y Robert de Niro por ejemplo.
Pero si algo tiene esta gran película es un estilo propio, aunque beba de referencias y fuentes conocidas, ese universo único con reglas propias.
Después de una infructuosa misión en Sudamérica, el gobierno norteamericano le encarga la búsqueda del Arca de la Alianza, donde se conservan las Tablas de la Ley que Dios entregó a Moisés. Según la leyenda, quien las posea tendrá un poder absoluto, razón por la cual también la buscan los nazis, hablamos de 1936.
En una escena mítica al inicio del film, Indy intenta hacerse con una figura de oro, el ídolo, en tierras sudamericanas, hace el cambiazo de la bolsa de arena por el ídolo, y todo parece ir bien, hasta que ese lugar empieza a convertirse en una pesadilla y un infierno para escapar, piedras, flechas y demás trampas, incluida la traición del ayudante, esa bola enorme que le persigue... aventura a mil por hora ya desde el inicio.
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