Si hay una comedia romántica por excelencia de Woody Allen, esa es Annie Hall, de 1977. Aquí será un momento clave de su filmografía, ya que si bien su primera etapa era más disparatada, no exenta de genialidad, con referentes en Bob Hope o los Hermanos Marx, será en esta cinta donde manteniendo la fidelidad a su comicidad basada en sus típicas neuras, deseos y miedos, cobró más seriedad en el asunto de las relaciones y de las reflexiones de sus personajes siempre urbanitas.
Aquí Allen intrepreta a Alvy Singer, un cómico judío y cuarentón de Brooklyn, New York, que se enamora de Anni Hall (Diane Keaton). Él trabaja de cómico en clubs nocturnos, y ella es una tímida cantante que no se atreve a dar el paso definitivo. Después de un tiempo juntos, reflexiona sobre su vida, rememorando sus amores, etc., pero sobre todo su relación con Annie que le marcó mucho. Al final llegará a la conclusión de que son sus manías y obsesiones las que arruinan su relación con las mujeres.
En una escena bestial, él y Annie guardan cola en el cine (Woody ha mostrado siempre un respeto enorme por el séptimo arte), mientras un pedante se las da de listo acerca de la obra de Marshall McLuhan, pero es entonces cuando Alvy se saca de la manga al propio Marshall en persona para ridiculizar al tipo.
Os dejo con la mítica escena.
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