Steven Spielberg dirigió el año pasado Los Fabelmans, una historia semiautobiográfica de la propia infancia y juventud del director que nos cuenta como el cine va a ser algo más que un simple entretenimiento en la vida, aunque el resultado es un film sobre la depresión y la tristeza en la América de las oportunidades y esperanzada de los 60. Está ambientada a finales de la década de los 50 y principios de los 60 y se centra en Sammy Fabelman y su familia (que incluye tres hermanas), que cuando es pequeño viven en New Jersey, luego se mudan a Arizona y acaban en California del Norte, todo a causa del trabajo del padre Burt (Paul Dano), ingeniero informático, además de estar influido por su excéntrica madre Mitzi (Michelle Williams) cuyo talento al piano que tiene desde pequeña, le luce poco. Sammy descubre de pequeñito viendo un film en el cine titulado "El mayor espectáculo del mundo" que lo que le gusta es rodar e intenta emular con un tren de juguete una escena de la película que le impactó.
Sammy (Gabriel LaBelle) explora cómo el poder de las películas le ayuda a contar historias y a forjar su propia identidad. Haciendo una película casera descubre un secreto familiar devastador (la cámara lo graba todo, hasta lo prohibido), que provocará cambios familiares tremendos, y el propio director hace ese homenaje a través del protagonista utilizando el imaginario del cine de manera genial, con recursos como la oscuridad, la fascinación del público, la falsedad de la imagen para, de manera paradójica, hacerla más real, para crear planos maravillosos y en definitiva como si hacer ese homenaje al cine antes citado, fuera la tarea más importante de su vida.
Pero el problema de este film, desde mi punto de vista, es la falta de ritmo que es muy patente en bastantes partes de la cinta, y sobre todo cuando ahonda en la tristeza y la depresión de personajes rotos (la madre es la estrella en ese sentido) aunque, la película está rodada de manera perfecta como no podía ser menos por el mejor narrador audiovisual de nuestra época a pesar de que también en determinados momentos es un film muy clásico. La parte actoral está en su sitio, Paul Dano y Michelle Williams cumplen perfectamente, mientras Sammy, al que dan vida Mateo Zoryon Francis-Deford de pequeño y sobre todo Gabriel LaBelle de adolescente están muy bien. A destacar también la intervención genial de David Lynch haciendo de John Ford.
Por último decir que como muchas películas de esta época, la duración es algo excesiva, 2 horas y 24 minutos me parece demasiado, se te hace algo larga.
Os dejo con el tráiler del film.
Impagable la intervención de David Lynch haciendo de John Ford.
ResponderEliminarSaludos.
Ricard: Totalmente cierto, lo clava el bueno de Lynch.
EliminarSaludos.