Como decía hace no mucho, George Lucas dirigió su segundo film American Graffiti en 1973, después del estrepitoso fracaso de THX 1138, que incluso llegó a hundir a la American Zoetrope. Recomendado por su amigo Francis Ford Coppola, Lucas rodó una historia menos fría que la del debut, algo más humana y cálida, más cercano a la realidad y no tan oscuro. La historia se desarrolla en Modesto (California) en la última noche del verano de 1962, donde los adolescentes de ese pueblo quieren divertirse antes de afrontar sus responsabilidades de adultos, la universidad, etc., es entonces cuando todos salen esa noche para bailar, beber, ligar, pasearse en coche, ir a la bolera, bailar un rato... una radiografía perfecta de ese momento en que las hormonas adolescentes explotan.
En una escena muy interesante, Steve (Ron Howard muy joven que luego sería director) está algo abatido porque él y su novia Laurie (Cindy Williams) han roto y está sentado en el Mel's drive-in pensativo y desanimado, una de las camareras Budda (Jana Bellan) está en sus cinco minutos de descanso y habla con él, y le cuenta su situación, intenta ayudarle y le dice que sale en una hora para pasar un buen rato antes de que él marche a la mañana siguiente, esta escena la ve Laurie...
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