viernes, 22 de marzo de 2024

Escenas míticas del cine (CCCXXXIV)


Como decía ayer, John Houston dirigió en 1975 una de las mejores películas de aventuras de todos los tiempos, en la que se cuenta la peripecia basada en la historia de Rudyard Kipling, de Peachy Carnehan (Michael Caine) y Daniel Dravot (Sean Connery), dos simpáticos buscavidas, antiguos sargentos del ejército británico que subsisten dedicándose a actividades poco lícitas en la India colonial de finales del siglo XIX. En una de sus correrías, conocen al escritor y periodista Rudyard Kipling al que da vida Christopher Plummer, con el que traban amistad ya que los tres son masones. Con Kipling como testigo, los dos amigos firman un contrato en el que se comprometen a emprender juntos un viaje hasta el lejano e inexplorado Kafiristán, y una vez allí formar un ejército, convertirse en reyes y hacer fortuna. Evidentemente se convierte en una odisea, donde hay diversión, exotismo, amistad, mucha emoción y alguna lágrima también. La excelente pareja que formaron Caine y Connery fue decidida muy poco antes de rodar, ya que primero figuraban en la cabeza de Houston gente de la talla de Bogart, Spencer Tracy, Gable, incluso Kirk Douglas y Burt Lancaster.
En una escena mítica y ya instaurado como "rey", Dravot ejerce como tal y la gente va a él para que dicte sentencia como si de un juez se tratara, acerca de diversos asuntos, unos vienen de un pueblo y un hombre tiene 60 vacas cuyo mérito es de la mujer, ya que las infidelidades del marido son contestadas con un castigo de 6 vacas, con lo que consigue reunir 60 vacas y 32 cabras a lo que Dravot dice: "Eso no es una mujer, es una inversión". El rey ve que un marido tiene 3 esposas, otro 4 y otro 6, y ante las risas de Carnehan, Dravot impone nuevas leyes adjudicando un número diferente de vacas en el trato. Pasa el siguiente, que pide permiso para atacar y apropiarse de reservas de grano de otro pueblo ya que el suyo se incendió y lo perdieron todo, a lo que Dravot dice que no hará falta eso, para que no mueran de hambre el rey proclama una ley para que cada pueblo traiga una décima parte de sus reservas para dárselas al pueblo necesitado, y como es rey también proclama una ley para un receso... es lo bueno de ser rey...  


Os dejo con la mítica escena.

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