En 1980 Moustapha Akkad dirige El león del desierto, una co-producción norteamericana y libia que nos narra como a punto de entrar en el Siglo XX, las naciones que se habían quedado atrás en el reparto de colonias auspiciado por la conferencia de Berlín de 1884, buscan una pequeña tajada entre las migajas que van dejando las grandes potencias. Italia se fija en Libia, que había quedado fuera del reparto colonial de África y a la que los italianos llamaban "Quarta Sponda" (la cuarta costa italiana), al haber sido una provincia del antiguo Imperio Romano, siendo objeto de una invasión militar italiana en toda regla el 3 de octubre de 1911. Casi veinte años después, harto de que el territorio estuviera sin pacificar y siguiera habiendo enfrentamientos entre el ejército de ocupación y las tropas regulares de beduinos, Benito Mussolini, al que daba vida Rod Steiger, envía al general Rodolfo Graziani (Oliver Reed) con el encargo de acabar definitivamente con la insurgencia nativa y capturar al líder de los rebeldes Omar Mukhtar (Anthony Quinn). La arrogancia del general fascista que mandaba en Italia choca claramente con el idealismo del líder libio. Tras una grave derrota de las tropas italianas, comenzó el reinado del terror, ya que la venganza de los soldados italianos es terrible, reciben órdenes de atacar no solo a la guerrilla, sino también a la población civil. A pesar de las duras represalias, la voluntad de los beduinos no flaquea, pero todo se recrudece con la obsesión de victoria y aprobación por Mussolini de Graziani, que ordena sitiar a la población e impedir que sea abastecida (¿a qué me suena esto hoy en día...?).
La música corrió a cargo de Maurice Jarre, otra maravilla compositiva del francés.
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