sábado, 8 de febrero de 2020

Judy (2019)


Rupert Goold dirige Judy, un biopic de Judy Garland centrado curiosamente en su época de ocaso, hasta poco antes de su muerte. Renée Zellweger da vida a la mítica actriz y cantante, en una de esas interpretaciones que huele a Oscar desde el minuto uno. A pesar de lo que acabo de decir, el film comienza en el set de rodaje de El Mago de Oz (1938), donde una Judy adolescente (Darci Shaw) es obligada y condicionada a acatar unas normas, durante dicho rodaje por parte de Louis B. Mayer (Richard Cordery). Durante el invierno de 1968, 30 años después del estreno de la película que le dio fama mundial, la leyenda de Garland llega a Londres para dar una serie de conciertos con las entradas agotadas en poco tiempo, a pesar de que su voz y sus fuerzas están bajo mínimos. Es ahí, cuando se sube al escenario, donde salen a la luz sus fantasmas del pasado, que la atormentaron en su época de Hollywood.


Pero hay bastante desconexión entre esos hechos relatados del inicio de su carrera y su final, con los problemas de sus múltiples matrimonios, sus hijos y demás, no demasiado bien hilados ni cohesionados. Esas veces que la película regresa a la adolescencia de la protagonista, sí nos queda claro, que allí surgieron por culpa del estudio su adicción a las píldoras, los trastornos alimentarios, la disfunción sexual e incluso la posible violación de Mayer que queda como muy posible, sin llegar a dar detalles concretos.
Lo que si es cierto, es que la descripción de la vida de la artista es bastante fiel y da una idea de lo complicada que era su día a día, desde la adicción a las pastillas, su eterna inseguridad, la falta de amigos y de una residencia fija (siempre estaba de hotel en hotel) y ese momento que marcó sus años posteriores, donde pasó de ser una pre-adolescente con futuro a una adulta sin transición de por medio.


Pero la película, que tiene un ritmo lento en todo momento, va languideciendo, a la vez que la vida de la protagonista. Eso sí, lo mejor de la película de largo es la interpretación de la Zellweger, que tiene mil detalles y borda el papel. Su ex-marido, al que da vida Rufus Sewell, quiere demostrar que no es una madre apta para sus hijos, por lo que quiere reunir algo de dinero aceptando los conciertos de Londres, donde es tratada de lujo desde el principio en su llegada. Es este el asunto principal del film, y sus recaídas, bien en el alcohol o en la ingesta de pastillas en exceso, lo que hace que algunas de esas actuaciones sean un fracaso.
Ella busca el cariño y comprensión del público, pero solo lo encuentra en una pareja de gays fanáticos, que le ayudarán.


Sea como fuere, este es el típico personaje con muchos problemas, de vida más bien desastrosa, que si es interpretada de vicio, y en este caso es así, por mucho que el film no sea genial, tiene muchas posibilidades de que se lleve la estatuilla a esa interpretación. El problema principal de esta película es que es fría, gris y desoladora.

Os dejo con el tráiler.

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