miércoles, 26 de febrero de 2020

Escenas míticas del cine (CXIX)



Stanley Kubrick, el cineasta norteamericano, tenía en mente hacer una película sobre la figura de Napoléon, que nunca se pudo llevar a cabo. En la labor de investigación y documentación sobre la fallida película, se encontró con la novela "La Suerte de Barry Lyndon" de William Makepeace Thackeray, de 1844, con la que quedó prendado y que finalmente lograría llevar a la pantalla como su primera película de época, contando para ello en los principales papeles con Ryan O'Neal, Marisa Berenson, Patrick Magee y Hardy Krüger. Ryan O'Neal, de ascendencia irlandesa, era ideal para el papel, a pesar de no ser un actorazo para mí, pero aquí lo borda.
La película narra las aventuras ficticias en el S. XVIII de Barry Lyndon (Ryan O'Neal), un joven irlandés ambicioso y sin escrúpulos, que se ve obligado a emigrar a causa de un duelo orquestado por su familia. Su vida es errante a partir de ese momento, y su sueño es alcanzar una elevada posición social, cosa que consigue enamorando a una noble inglesa y rica viuda, Lady Honoria Lyndon (Marisa Berenson), con la que logra casarse. Barry no la quiere, y tampoco a su hijo Lord Bullingdon. Aunque tienen un hijo, Brian, muere al tener una caída de caballo. Barry tiene un duelo con Lord Bullingdon (quien le había calado) y pierde una pierna. Vuelve a su tierra y luego vuelve a ir por Europa.
A diferencia del libro, que está narrado en primera persona, en el film y con clara intención de Kubrick, se decide utilizar una voz en off omnisciente, que aleja al espectador de la historia.
En la escena final Lady Lyndon, de mirada casi fúnebre y de eterno silencio, muestra esa parte sin vida de la nobleza, de dolor interior, pero todo soterrado, firma papeles, entre ellos la asignación de dinero anual para el que fuera su marido.


Os dejo con la mítica escena.

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