Ayer volví a revisar En el nombre del Padre, enorme film de 1993 dirigido por el irlandés de Dublín, Jim Sheridan. Se trata de ese tipo de películas que tratando un tema tremendamente complicado, consigue hacerte ver que nada es imposible, y que cuando tienes todo en contra, en este caso absolutamente todo, salgas adelante.
La película se centra en Belfast en los años 70, donde Gerry Conlon, interpretado por un magistral Danniel Day-Lewis, es el típico gambarrete que anda de aquí a allí sin hacer nada de provecho, para disgusto de su padre Giuseppe (Pete Postlethwaite), un hombre tranquilo, educado y muy religioso. Cuando Gerry se enfrenta al Ira, su padre lo manda a Inglaterra, pero una vez allí y por puro azar, se ve envuelto en una extraña situación en la que es acusado de participar en un atentado terrorista y es condenado a cadena perpétua con "Los cuatro de Guilford", siendo arrestado y encarcelado también su padre. Pasarán 15 años en la cárcel por un delito que no habían cometido, pero la fuerza de voluntad de Giuseppe y la ayuda infatigable de la abogada Gareth Peirce (Emma Thompson) junto a Gerry, se proponen demostrar su inocencia hasta que lo consiguen, y así desenmascarar el sistema legal, con encubrimientos lamentables y una actitud desastrosa de la policía, que conocía los hechos y no hizo nada al respecto.
En una escena mítica, cuando Gerry es detenido, sufre una tortura psicológica brutal para que firme un documento en el que admite haber participado en el atentado. Uno de los detectives, Pavis (Gerard McSorley) le amenazará con matar a su padre si no firma.
Os dejo con la mítica escena.
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