Cartel del film
Toma el dinero y corre, como se tradujo aquí en España, es la primera película que dirigió Woody Allen, además de escribirla y protagonizarla, en el año 1969, un caótico film, pero que resulta de lo más divertido. Está realizada en el formato documental que volvería a utilizar en Zelig o Sweet and Lowdown, y narra la historia de un hombre completamente inútil que una vez tras otra intenta convertirse en un gran ladrón sin triunfar jamás.
En este trabajo, se pueden rastrear en la superficie algunos de los elementos más característicos del posterior espacio creativo construido por su director, no obstante, lo realmente atractivo del film y lo que le hace tan divertido es su desquiciado sentido del absurdo, que no sólo tiene presencia de manera superlativa en la mayoría de gags, también en el empleo de la maquinaria cinematográfica. Esta búsqueda sistemática y heterogénea de nuevos caminos y formatos, la adopción de diferentes géneros y la continua tarea creativa, caracteriza el impulso artístico de su autor, y, también, supone el mayor escollo, imponiendo una evidente irregularidad en su obra.
Una serie de entrevistas, con quienes lo conocieron, nos introduce en la vida del incompetente atracador Virgil Starkwell (Woody Allen), que desde el principio estuvo abocado a la delincuencia, ya que durante su infancia vivió sometido y humillado por los chicos más fuertes, y cuando descubrió que su carrera musical no tenía futuro, a Virgil no le quedó más remedio que robar, pero su escaso talento pronto lo conduciría a la cárcel.
En la estructura del film como falso documental sobre Virgil, emplea a un narrador en off que detalla algunas de las vivencias del protagonista en continuo contraste con la imagen (lo que dice el narrador es una interpretación neutra del continuo delirio cómico representado), alterna fragmentos en primera persona de la vida de Virgil con entrevistas a diferentes personas relacionadas con él (profesores, padres, médicos, etc), introduce en off también los propios pensamientos de Virgil cuando así lo cree necesario supliendo al narrador, juega abruptamente con el montaje y la banda sonora (por separado o en conjunto), componiendo escenas enfáticas, carentes de cualquier sutilidad. Por otro lado emplea la cámara al hombro con frenesí e insistencia, recurre al plano-contraplano para las conversaciones, prueba el sentido de un picado y un contrapicado y utiliza el primero plano para detallar un aspecto importante de la escena.
Este humor cimentado en el absurdo de situaciones llevadas hasta el delirio, unido a esa estructura caótica antes aludida y una cierta ligereza, revela un extraño referente en el espíritu de las comedias de Howard Hawks y, uno mas evidente (citado en numerosas ocasiones), en el anárquico mundo de los hermanos Marx, los genios absolutos de la comedia.
A pesar de todo esto y gracias a ello, Take the money and run, el comienzo de una obra desigual y atractiva, es uno de los experimentos cinematográficos más divertidos, subversivos e inteligentes de su realizador y una de las películas más hilarantes del cine cómico post-clásico.
A pesar de todo esto y gracias a ello, Take the money and run, el comienzo de una obra desigual y atractiva, es uno de los experimentos cinematográficos más divertidos, subversivos e inteligentes de su realizador y una de las películas más hilarantes del cine cómico post-clásico.
Os dejo con este delirante film.
Me la veo mañana, me ha picado porque apenas me acuerdo de ella, y eso que la vi en el cine.
ResponderEliminarAbrazo...que grande el Allen.
Addison de Witt: Cuando puedas amigo, merece la pena recordarla, no porque sea su mejor película, que no lo es, sino por lo divertida y caótica.
EliminarAbrazos.