En 1969 cuando edita Space Oddity hace ya una obra maestra de tema que lleva en volandas al disco de ese año y que está bien reflejado tanto la propia canción como las referencias a la misma en años posteriores. A partir de ahí, The man who sold the world, Hunky Dory y sobre todo el ascenso y la caída de Ziggy Stardust y las Arañas de Marte, un disco que es icono del glam-rock, y probablemente y sin temor a equivocarme, uno de los mejores discos de la historia, y porqué no decirlo, de la propia carrera del artista en cuestión son uno de los ejes centrales del film. En esa mítica formación que le acompañaba, estaba compuesta por Mick Ronson (guitarra, piano y coros), Trevor Bolder (bajo) y Mick Woodmansey (batería). El álbum es conceptual y narra la historia de Ziggy Stardust, un extraterrestre bisexual de imagen andrógina que se convierte en estrella del rock, en el que Bowie quiso combinar ciencia ficción y el teatro japonés kabuki. Este personaje fue el primer alter ego de su carrera, al que luego sucederían Aladdin Sane y el Duque Blanco. Hay muchos momentos en vivo de la época de Ziggy Stardust que ocupan buena parte del primer tercio de la cinta.
Otra parte en la que el film hace referencia importante, es la de Berlín. El propio Bowie va contando como quería cambiar y experimentar en otro de esos momentos de cambio y decide llamar a Brian Eno, para él un músico descomunal que le ayudará en ese tránsito y a encontrar lo que andaba buscando. En la primera parte de los años 70 se convierte en una estrella indiscutible, por editar discos que pasan a la historia de la música y por romper moldes en todos los sentidos, ya que sus alter-egos y sus imágenes irreverentes, le convierten en un verdadero icono que traspasaba más allá de lo musical. Su melena pelirroja y su adicción a las drogas, todo tipo de escotes, prendas y maquillajes que suponían una ruptura con las normas estéticas, le elevaron a la categoría de ídolo, incluyendo la androginia que hoy fascina las pasarelas, por no hablar de su abierta bisexualidad. Pero si en esa primera mitad de la década setentera, Bowie se convierte en leyenda viva, es en la segunda mitad donde Bowie es más Bowie que nunca, se reinventa y lo borda, sabe evolucionar como pocos, consiguiendo ser único e inimitable. Ya con Young Americans da un giro al soul en 1975, y con Station to station un año después incluso mezclado con aires jazz, pero es sobre todo en 1977 con Low cuando hablamos de una ruptura definitiva con su anterior status, de un viaje a una nueva galaxia musical, de la experimentación a saco, la inmersión en la cultura centroeuropea, la de Berlín y el krautrock.
Más de cuatro años de trabajo de Brett Morgen apoyándose en el archivo de imágenes y legado autorizado por su familia, aborda la carrera del artista sin utilizar entrevistas convencionales a sus seres queridos para que expliquen quién era Bowie, y lo que hace es hilar años de presentaciones, fragmentos de entrevistas a él, comentarios de fanáticos, etc., con un ritmo muy bueno, mezclando las palabras de propio artista con el poder enorme de su música y las sensaciones que generaba, sin dejar de lado esos momentos en los que el vacío se apoderaba del músico y sus atascos compositivos, que los tuvo.
Os dejo con el tráiler del film.