sábado, 30 de mayo de 2020

Escenas míticas del cine (CXXXIV)


Como decía ayer, en 1995 Clint Eastwood dirige y protagoniza junto a Meryl Streep, Los Puentes de Madison, un melodrama romántico que fue un rotundo éxito de crítica y taquilla, una película sencilla pero de una maestría en la dirección e interpretación sublimes. Con el fantástico guión de Richard LaGravenese y basado en la novela de Robert James Waller, un best seller, nos cuenta como la apacible y algo aburrida vida de Francesca Johnson (Meryl Streep), un ama de casa de origen italiano que vive en una granja con su marido e hijos, se ve alterada con la llegada del veterano y bien considerado fotógrafo Robert Kincaid (Clint Eastwood) de la revista National Geographic, que está de visita en el condado de Madison (Iowa) para fotografiar sus viejos, pero bonitos puentes. Coincidiendo con una feria de ganado a la que su marido va con los niños, ella se queda sola e invita a Robert a cenar, naciendo un amor increíble y verdadero entre ellos y una pasión desconocida, que hará que sus vidas cambien para siempre.
Dicho romance permaneció en secreto durante años, hasta que Francesca dejó escrito en su testamento la voluntad de que sus cenizas fueran esparcidas por el puente Roseman, narrando a sus hijos en esas cartas lo que había sucedido.
Una vez ella le ha llevado a él a ver el puente Roseman, vuelven a casa de ella y toman un refresco, y tienen una muy interesante charla, en la que Robert le comenta el hotel donde se hospeda y en el que aún no se ha registrado, mientras le pregunta por su marido e hijos, que se han ido a la feria de ganado. Ella comenta su origen italiano y la felicidad que le han dado su marido, que es muy limpio... y sus hijos de 17 y 16 años, mientras todavía se llaman de usted... los dos actores están simplemente extraordinarios.


Os dejo con la gran escena.

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