domingo, 21 de febrero de 2016

Der Name der Rose (Le nom de la rose) (1986)

Cartel del film

Ayer se conoció la noticia de la muerte del escritor italiano Umberto Eco, fallecido el viernes en Milán, Italia. Quizás uno de los literatos más importantes del siglo XX, y una de cuyas obras cumbre fue El Nombre de la Rosa, la cual llevó al cine el director francés Jean-Jacques Annaud en 1986, bajo una producción, de la por entonces República Federal Alemana. La novela de Eco data de 1980, un escritor excepcional que combinaba literatura, historia, investigación y academia. El éxito del film, sucedió al de la novela, no sin las consiguientes críticas claro está, diciendo que traicionaba al libro y bla bla bla, cosa en la que no puedo estar más disconforme. Se trata de una película que refleja de manera increíble el libro, pero para llevar el libro entero se hubiera requerido de tres films, al menos, de ahí que esta cinta concrete de manera fantástica el contenido de la novela.


Los hechos que se narran acontecen en el siglo XIV, plena Edad Media, y se centra en dos personajes fundamentalmente, el monje franciscano Guillermo de Baskerville, interpretado por un sublime Sean Connery y su discípulo, el joven novicio Adso de Melk (Christian Slater), quienes llegan a una abadía benedictina en las montañas italianas, famosa por su biblioteca, llena de obras únicas y restringidas a los especialistas. Guillermo ha venido a la abadía, en principio, para participar en una reunión de los delegados del Papa y los líderes de la orden franciscana, con el fin de resolver problemas doctrinales. Pero este encuentro, quedará relegado a un segundo plano, en cuanto empiezan a suceder extrañas muertes en la abadía. Es entonces cuando Fray Guillermo, ayudado por Adso, se sirve de su enorme inteligencia y astucia, de su capacidad de observación y ante todo, de su sentido común, para dar solución a esos lúgubres acontecimientos. La narración corre a cargo de Adso de Melk, ya mayor.


Pero claro, no todo iba a ser tan fácil, ya que esa inteligencia y los métodos racionales del protagonista en su investigación, toparán con las supersticiones, la ignorancia, el fanatismo, y sobre todo con una institución como la Iglesia que está en plena decadencia, tanto sus monjes, inquisidores como prelados. Es entonces, donde el personaje de Sean Connery adquiere tintes de Sherlock Holmes adelantado a su tiempo. 
Es aquí, en la recreación de la época medieval, donde el film lo borda y el director francés se sale del tiesto. La puesta en escena de la abadía (que era una maqueta), la descripción de la biblioteca, como nos presenta a cada uno de los personajes que allí viven, monjes, abades, y esa irrupción descomunal de Bernardo Gui, el Inquisidor, interpretado por un soberbio F. Murray Abraham. También muy destacable Ron Perlman en el papel de Salvatore, un pobre monje chepudo, al que acusarán de brujería junto a una joven mujer (Valentina Vargas) que no sabía ni hablar, ni leer, pero con la que Adso tiene un interesantísimo encuentro sexual.


Es esta una película de laberintos. Un laberinto es un lugar formado por pasajes y encrucijadas, intencionadamente enredadas para confundir a quien se atreva a adentrarse. Eso es la Edad Media con sus eternos debates teológicos, morales y filosóficos. Aquí la Inquisición y sus modos de operar, las mentes de los monjes atormentadas por miedos, soledades, dudas, fanatismos, egoísmos y frustraciones conforman el laberinto de la abadía, donde su compleja estructura se nutre de imágenes, ritos, cantos, prohibiciones, oficios, etc... Digo todo esto, porque la clave final del film es el laberinto que hay en la propia biblioteca, que está casi sacada de un dibujo o cómic. Fantástica escena la del maestro y el novicio buscando la parte alta de la biblioteca, donde se esconde el Abad ciego (Jorge de Burgos) interpretado por Feodor Chaliapin Jr., que guarda escrupulosamente un libro sobre la risa de Aristóteles... un libro prohibido. Fotografía y maquillaje son memorables.


A pesar de que la actuación central de Connery y Slater sobresale, y es excelente, no menos lo es el reparto que les acompaña. Tanto Valentina Vargas como la chica, Ron Perlman como Salvatore, cuyos personajes acaban en la hoguera por orden de Bernardo de Guy (F. Murray Abraham), Helmut Qualtinger en el papel de Remigio Da Varagine a quien Guillermo acusa de cosas banales, pero le exime de los crímenes acaecidos en la abadía, Volker Prechtel como Malaquías, etc...


Obra brutal esta que sirve para recrear el sentido de la búsqueda razonada de las verdades ocultas, con su dosis de humor que no debe faltar, con sentido respetuoso por las personas y los hechos, con curiosidad y propósito inagotables. Y como no, el director extraordinario en transmitir y llevar con cuidado el libro a la pantalla.

Os dejo con el tráiler-resumen.

2 comentarios:

  1. Una historia apasionante y un personaje magnífico (y Sean Connery, una vez más, parece haber nacido para el papel).

    Saludos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ricard: Todo alto nivel amigo, y Connery en efecto está tan sublime que parece que el papel solo pudiera ser interpretado por él, soberbio.

      Saludos.

      Eliminar