viernes, 20 de enero de 2017

Passengers (2016)

Cartel del film

Ayer por fin pude ver la película Passengers, dirigida por Mordem Tyldum, y donde hay dos actores claramente protagonistas, Jennifer Lawrence y Chris Pratt. Me llegaban impresiones bastante pesimistas de un film con, al parecer, un presupuesto enorme dentro del que se incluía los emolumentos que cobra una actriz de la talla de la Lawrence (dos Óscars acumula ya la nenita), que va actualmente por los 20 millones de dólares en caché, aproximadamente, y los de Mr. Pratt que tampoco debe andarle a la zaga.
Esta película mezcla por un lado el show galáctico, el de ir en una nave que surca el espacio a través del tiempo para llegar a un remoto planeta, y por otro el de una historia romántica que tiene un dudoso inicio, un tremendo paso atrás y un final feliz.


La historia trata de una nave espacial, el Avalon, perteneciente a una compañía por la que 5000 personas han pagado para viajar a un planeta lejano a lo largo del tiempo, para lo que lo hacen en estado de hibernación. Supuestamente el viaje debe durar 120 años, pero un pasajero, después de que la nave choque contra una nube de meteroritos, se despierta 90 años antes del final del viaje, debido a un fallo en su cápsula de hibernación.
Esto provoca que tenga que hacerse a vivir sólo en la gigantesca nave espacial, y sólo pueda hablar con un androide interpretado por Michael Sheen, aparte de darse cuenta de que lo que le queda de vida lo pasará en esa nave.


A partir de ahí la función tiene un problema, y es que el guión va forzado y a trompicones. Me explico, una vez que el protagonista masculino, Jim Preston (Chris Pratt), lleva más de un año viviendo sólo y lo pasa tan mal que incluso piensa en el suicidio, decide después de mucho pensarlo, que debe sacar a alguien de una de las cápsulas para que le acompañe, y esa es Aurora (Jennifer Lawrence), de la que se informa convenientemente de su estatus de escritora, de lo guapa que es, etc... Como es lógico, su decisión a la larga traerá consecuencias.


Una vez los dos en la nave, surge la inevitable historia de amor, que se pone bastante calentona, y hace que llegue un momento a mitad del film que se estanque un poco. Cuando ella se entera de que su cápsula no se abrió accidentalmente, como es lógico arde en cólera. Pero es entonces cuando la nave empieza a tener serios problemas y empieza a sufrir apagones, pérdida de gravedad, caída de aparatos, etc., Es entonces cuando también accidentalmente se abre la cápsula de Gus Mancuso (Lawrence Fishburne), miembro de la tripulación, que sale bastante enfermo, y en su breve estancia dará las claves para intentar solucionar las averías.


Sin duda, los dos actores principales salvan el film, su química es más que evidente (Pratt y Lawrence se lo han pasado pipa), pero el guión naufraga, ya que el tema de el viaje, la reparación de la nave y demás es bastante forzado y poco creíble, sinceramente. La película está bien, es disfrutable, pero es mejor visionarla sin muchas espectativas, porque además te hace pensar poco, cuando realmente una buena película de ciencia ficción, te deja preguntas en el aire y te hace darle al tarro.

Os dejo con el tráiler.

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