En el año 2000, Mary Harron dirige este film de drama y terror psicológico en el que Christian Bale hace, bajo mi punto de vista, una actuación memorable.
En la película se describe un mundo en el que la ropa tiene más valor que la piel, y dónde Patrick Bateman (Christian Bale) es un personaje esculpido cual Máster del Universo, desde el diseño de su vestuario hasta el de los productos químicos que utiliza, lo que le convierte en alguien casi perfecto. Cuanto más intenta parecerse a cualquier otro hombre adinerado de Wall Street, más anónimo se vuelve y menos controla sus instintos sanguinarios, y encima poniendo banda sonora a tales hechos.
En una de las escenas del film más memorables, Patrick, invita a su casa a Paul Allen (Jared Leto) a tomar una copa, uno de esos competidores aburguesado, al que Bateman envídia por sus tarjetas de presentación, una tontería como otra cualquiera. Con la excusa de escuchar a Huey Lewis and the News y repasar un poco su discografía, ejecuta su sed de sangre.
Disfrutad de la escena.
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