sábado, 30 de noviembre de 2024

Escenas míticas del cine (CCCLXXXVI)


En 1965 David Lean dirige Doctor Zhivago, una memorable película basada en la novela de Boris Pasternak, maldita y en el ostracismo en Rusia durante 30 años, y que interpretan un espléndido Omar Shariff, Julie Christie y Geraldine Chaplin entre otros, en los principales papeles. Cuando el director ruso Andréi Tarkovski dijo que "si escribiera poesía como la Pasternak, no haría películas", Boris Pasternak ya no estaba vivo, ya que murió en 1960. Fue uno de los muchos artistas rusos (como el propio Trakovski) perseguidos, humillados, amenazados y finalmente aniquilados (a menudo asesinados, pero simulando enfermedades o accidentes). Pasternak en concreto siempre tuvo problemas con la administración soviética, pero escribir Doctor Zhivago fue la gota que colmó el vaso. 
David Lean venía del éxito de Lawrence de Arabia y tenía libertad absoluta y un contrato millonario cuya misión era salvar la Metro Goldwyn Mayer, y lo culminó sobradamente. Hizo que aquella novela maldita se convirtiera en una de las películas más famosas de la historia, y ajustando el precio de las entradas con la realidad actual, es sin duda una de las más taquilleras de siempre. Además, cuenta con una maravillosa banda sonora compuesta por Maurice Jarre, una delicia absoluta. Pero no olvidemos un detalle tremendo, y es que Lean, en la década de los 60 y a pesar de sus tremendos éxitos, era despreciado de manera sistemática como un director de segunda o tercera categoría, muy comercial, hábil, pero sin interés estético. Nada más lejos de la realidad, el tiempo pone a cada uno en su sitio y sus obras prevalecen como joyas absolutas. Él, ajeno a eso, iba a lo suyo y construía sus obras sin hacer caso de sus detractores, e impuso a Robert Bolt como guionista, un acierto monumental, ya que junto a él llevó a cabo una hazaña difícil, la de condensar una de las novelas más complejas, pobladas e inadaptables que se pueda imaginar para lograr un guión preciso y que mantuviera el núcleo del texto de Pasternak como base inamovible. Bolt se llevó el Oscar de manera muy merecida por esa adaptación, mientras Lean se encargó en una titánica tarea de contar esa historia en imágenes que han quedado grabadas en la retina de todos los que hemos visto este film cientos de veces, que además cuenta con la anécdota de que la mayoría de sus localizaciones estaban en España, en Madrid (Estación de Delicias o barrio de Canillas), Soria (no nevó lo que era normal en ese año y hubo que inventar la nieve) o Granada.


Shariff da vida al Doctor Zhivago que es poeta, cirujano, marido y amante pero cuya vida queda trastornada por una época muy convulsa en Rusia, 1917, la revolución bolchevique, y la guerra civil que sigue a la revolución, que provocan conflictos en todas las familias. El drama de este hombre, en el que se centra el film, cuya lucha continúa por sobrevivir es épica, centra el metraje y también su vida amorosa, quizás con una disyuntiva entre no saber amar o amar demasiado.
Yuri se ha trasladado con su mujer Tonya Gromeko (Geraldine Chaplin), su hijo Sasha y su suegro Alexander (Ralph Richardson) a una zona detrás de los Montes Urales, en Varýkino, aconsejados por el hermanastro (y narrador del film en muchos momentos) Yevgraf Zhivago (Alec Guiness), al haber cambiado totalmente su situación en Moscú y su casa familiar de los Gromeko estar dividida en bloques por el nuevo gobierno soviético y estar ocupada por gente. Además Yevgraf le advierte de que sus poemas no gustan y han sido condenados por los censores soviéticos como antagónicos al nuevo régimen. Pero antes, Yuri es médico de campo de batalla en el frente oriental, de hecho había tenido que dejar a su esposa y su hijo en Moscú. Pasha (Pável Antípov) era el novio de Lara (Julie Christie), antes de que se convirtiera en un extremista de izquierda, después de la masacre de los cosacos en la manifestación pacífica del principio de la historia. En el invierno de 1915 Antípov es dado por muerto durante la I Guerra Mundial en un ataque contra los alemanes y Lara se alista como enfermera con el fin de buscarlo, ya que tienen una hija en común. La Revolución de febrero de 1917 se desata y los soldados se amotinan contra sus oficiales y desertan en masa. Mientras, viajando con un grupo de heridos Yuri Zhivago se encuentra con Lara (a la que conocía cuando salvó a su madre de un intento de suicidio, cuando estaba protegida por Victor Ipolítovich Komarovsky al que da vida Rod Steiger), quien está con una columna de tropas de reemplazo hacia el frente, Lara ayuda a Yuri a atender a los heridos y trabajan juntos durante el resto de la guerra, en un hospital improvisado, y sin que suceda nada, y se separan después del tratado de Brest-Litovsk. En una escena mítica y una vez instalados en Varýkino, un día aconsejado por Tonya, Yuri hace una visita a Yuriatin donde hay una biblioteca y vuelve a ver a Lara, hablan, pasean y acaban en la casa de ella, donde lo inevitable surge.


En una escena mítica Yuri y 
su profesor de medicina Boris Kurt al que da vida Geoffrey Keen hablan en medio de una observación de células en el microscopio, en medio de la clase práctica de medicina. Boris le pregunta a Yuri que en qué seguirá sus estudios, a lo que contesta que en la investigación ya que quiere conocer la vida, mientras que él le recomienda la medicina general, y añade "descubrirás que las criaturas hermosas también hacen cosas feas".

Os dejo con la mítica escena.

viernes, 29 de noviembre de 2024

Bandas sonoras míticas del cine (CXCII)


Howard Hawks dirige su última película en 1970, Río Lobo, continuación de las otras dos con las que forma una especie de trilogía, Río Bravo y El Dorado. Las constantes morales de Hawks sobre la amistad masculina (aquí con idea de concordia posguerra norte/sur, ilustrada en una simpática relación entre un coronel yanki y un capitán confederado), su capacidad de crear sentido del humor en los diálogos dentro de la tensión que implica el contexto y desarrollar la acción de forma dinámica, le dan al film un tono agradable. Leight Brackett vuelve a ser su guionista de confianza, como en otras muchas.
A finales de la Guerra Civil Americana (1861-1865), un grupo de suristas mandados por el Capitán Pierre Cordona (Jorge Rivero) se dedican a robar los cargamentos de oro que transportaba el ejército yanki. En uno de estos asaltos el coronel Cord McNally (John Wayne) pierde a uno de sus mejores amigos. Una vez finalizada la guerra y como venganza personal, Cord McNally se dedicará a buscar a los miembros de la banda de asaltantes. Una pista le lleva hasta el pueblo de Río Lobo, un lugar donde sus enemigos se han convertido en los amos e imponen la ley del más fuerte.
Casi todos los westerns de Hawks se caracterizan porque tienen el mismo esquema, es decir, un hombre valiente (siempre interpretado por Wayne), trata de imponer la ley, pero sólo consigue la ayuda de un reducido grupo de hombres buenos, pero con algún defecto que les imposibilita para la tarea, como ser demasiado viejos, borrachos o incluso demasiado jóvenes. En esta ocasión, el pistolero inexperto es el que interpreta Jorge Rivero. No dejo pasar por alto la extraordinaria belleza morena de Jennifer O'Neill.
Aquí, la muralla numantina de la cárcel, símbolo de la vigencia de la ley donde se atrincheran el héroe por antonomasia, ya otoñal, borrachuzo y conformista (John Wayne), el jóven impetuoso y aprendiz (Jorge Rivero) y el anciano bufón (un cuatrero irredento como Jack Elam), es tan sólo un escenario anecdótico en el metraje del film, un guiño cariñoso a sus películas hermanas.
Esta última obra rodada por Hawks, por momentos tiene el vigor de alguna de sus primeras realizaciones. Su clasicismo y solidez son abrumadores.
Jerry Goldsmith fue el encargado de componer una extraordinaria banda sonora, en cuyo tema principal tenía a Gregg Nestor a la guitarra española.


Os dejo con el tema principal del film.

jueves, 28 de noviembre de 2024

Escenas míticas del cine (CCCLXXXV)


Howard Hawks dirige su última película en 1970, Río Lobo, continuación de las otras dos con las que forma una especie de trilogía, Río Bravo y El Dorado. Las constantes morales de Hawks sobre la amistad masculina (aquí con idea de concordia posguerra norte/sur, ilustrada en una simpática relación entre un coronel yanki y un capitán confederado), su capacidad de crear sentido del humor en los diálogos dentro de la tensión que implica el contexto y desarrollar la acción de forma dinámica, le dan al film un tono agradable. Leight Brackett vuelve a ser su guionista de confianza, como en otras muchas.
A finales de la Guerra Civil Americana (1861-1865), un grupo de suristas mandados por el Capitán Pierre Cordona (Jorge Rivero) se dedican a robar los cargamentos de oro que transportaba el ejército yanki. En uno de estos asaltos el coronel Cord McNally (John Wayne) pierde a uno de sus mejores amigos. Una vez finalizada la guerra y como venganza personal, Cord McNally se dedicará a buscar a los miembros de la banda de asaltantes. Una pista le lleva hasta el pueblo de Río Lobo, un lugar donde sus enemigos se han convertido en los amos e imponen la ley del más fuerte.
Casi todos los westerns de Hawks se caracterizan porque tienen el mismo esquema, es decir, un hombre valiente (siempre interpretado por Wayne), trata de imponer la ley, pero sólo consigue la ayuda de un reducido grupo de hombres buenos, pero con algún defecto que les imposibilita para la tarea, como ser demasiado viejos, borrachos o incluso demasiado jóvenes. En esta ocasión, el pistolero inexperto es el que interpreta Jorge Rivero. No dejo pasar por alto la extraordinaria belleza morena de Jennifer O'Neill.
Aquí, la muralla numantina de la cárcel, símbolo de la vigencia de la ley donde se atrincheran el héroe por antonomasia, ya otoñal, borrachuzo y conformista (John Wayne), el jóven impetuoso y aprendiz (Jorge Rivero) y el anciano bufón (un cuatrero irredento como Jack Elam), es tan sólo un escenario anecdótico en el metraje del film, un guiño cariñoso a sus películas hermanas.
Esta última obra rodada por Hawks, por momentos tiene el vigor de alguna de sus primeras realizaciones. Su clasicismo y solidez son abrumadores.


Precisamente en esa escena donde se atrincheran en la cárcel del sheriff es con la que me quedo hoy, una escena brutal donde Wayne le pregunta a Elam que porqué toca siempre la misma melodía...

Os dejo con la mítica escena.

miércoles, 27 de noviembre de 2024

Escenas míticas del cine (CCCLXXXIV)


Roman Polasnki dirigió este film de producción francesa, llamado J'Accuse, conocido aquí como El oficial y el espía en 2019 y que trata sobre el famoso Caso Dreyfuss, cuando en los últimos años del siglo XIX, en concreto en 1894, se condenó de manera injusta al oficial de artillería Alfred Dreyfuss por traición, producido por el profundo antisemitismo que estaba instalado en la sociedad francesa, y al que no era inmune el propio ejército francés. Le película relata estos hechos y los intentos posteriores del gobierno y el propio ejército en encubrir las malas y chapuceras artes empleadas para ello, desde la perspectiva de Georges Picquart, un oficial de policía que ascendió a jefe de inteligencia e información.
J'Accuse, el título original, es una referencia a la carta abierta de Émile Zola en el periódico L'Aurore, en la que el escritor, que aparece en la película, acusó al gobierno francés de antisemitismo con nombres y apellidos, creando un seísmo tremendo en la opinión pública francesa. Dreyfuss, de ascendencia judía, fue condenado, degradado y deshonrado hasta límites increíbles, de hecho la primera escena es la del degradamiento, en el que delante de todo el ejército francés se le quitan sus grados y es mandado a sufrir una condena a la Isla del Diablo en la Guayana Francesa, sin que los soldados que cuidan de él ni le dirigen la palabra. Alfred Dreyfuss es interpretado por un Louis Garrel que encarna perfectamente el sufrimiento de su personaje. Esa es precisamente la escena mítica que hoy recuerdo.


Os dejo con la mítica escena.

martes, 26 de noviembre de 2024

Escenas míticas del cine (CCCLXXXIII)


Alberto Rodríguez ya llamó la atención en su día con la buena película Grupo 7 (2012), pero con La Isla Mínima (2014) alcanzó el zénit, cuyo triunfo en los Goya así lo corroboró. El techo estaba muy alto, y eso siempre impone, pero aquí para la realización de este film El hombre de las mil caras (2016), contó con un elenco de actores impresionante y se metió con una historia, donde guión hay de sobra. Ese guión estaba basado en el libro de Manuel Cerdán, cuya adaptación corrió a cargo tanto por el propio director, como por Rafael Cobos. Pero teniendo en cuenta, todo los ríos de tinta que provocó el Caso Roldán en su día, en lo que dio en el clavo Alberto Rodríguez, es sin duda, en huir de parafernalias y efectismos baratos, para mediante un thriller tenso, contarnos qué pasó y cómo pasó, centrándose en la figura de Francisco Paesa.
Ante todo, y ya desde el principio, se nos dice que el film está basado en hechos reales, pero también que como en todo hecho real, siempre hay alguna mentira. Estas palabras las dice Jesús Camoes, interpretado por José Coronado, que es la voz que nos vaya contando paso a paso todos los movimientos que suceden en la historia. Pero, casi sin querer, la cinta en muchos momentos se convierte en un biopic improvisado sobre la figura de Francisco Paesa, interpretado por un fastuoso, como siempre, Eduard Fernández, que a pesar de que su personaje tiene ciertas limitaciones, desde el primer momento consigue que el espectador se enganche a él.
En el lado negativo del film, que alguno tiene, no sé si es un acierto que Camoes cuente la historia, y estemos a expensas de su punto de vista continuamente, y por otro lado, el ritmo, que decae en algunos tramos. La banda sonora de Julio de La Rosa, siempre es acertada, eso si.
Dónde para mi estaba el gran punto fuerte del film, era en describirnos como era la España de los años 90, cuando todo esto sucede, de hecho al principio Camoes nos avisa de que en aquella época no existían los vuelos Low Cost, dato importante, ya que los vuelos en esta historia son claves, y lo dice Jesús Camoes, comandante de vuelo.
Pero ante todo ha de quedar una cosa clara, y es que Francisco Paesa, era un ex-agente secreto del gobierno español (un espía vaya, que como dicen en el film en un momento, no viajaban con pistola, sino con chequera), que fue responsable en los 80 de la operación contra ETA más importante, que casi la desarticula, pero que se vio envuelto en un caso de extorsión a una testigo del caso de los GAL, lo que le obligó a huir del país, aparte de que nunca se le pagó lo prometido por su trabajo estrella contra la banda terrorista. Cuando regresa está arruinado, pero recibe la visita de Luis Roldán (Carlos Santos), ex Director de la Guardia Civil, y su mujer Nieves Fernández (Marta Etura), que le ofrecen un millón de dólares para salvar los 1500 millones de pesetas que aquel hombre calvo y con barbas, había sustraído del erario público.
Precisamente en una escena mítica, Camoes narra como ese dinero da vueltas por el mundo, Singapur, Ginebra, Franckfurt, Londres, para ocultarlo, hacer el helicóptero que se decía, y el propio Roldán en el escondite que Paesa le ha buscado le pregunta que donde está ese dinero y le dice que en Singapur y que está seguro (no lo volvió a ver, obviamente).


Os dejo con la mítica escena.

lunes, 25 de noviembre de 2024

Escenas míticas del cine (CCCLXXXII)

En 1983 John Carpenter dirige Christine basado en una novela de Stephen King y guionizado por Bill Phillips. Christine es un coche, en concreto un Plymouth Fury de 1958 que salió de una cedan de montaje de automóviles de Detroit, pero no es un coche cualquiera. En el fondo de su chasis se aloja el mismísimo diablo, que alberga un deseo de venganza insaciable que hiela la sangre a cualquiera y destruye todo lo que se encuentra en su camino. No es quizás el mejor film de Carpenter, ni la mejor novela de King, pero esta cinta, más allá de su historia, tiene en el novelista una mirada directa a ese gigantesco mundo de inseguridades que es la adolescencia masculina (recordemos que en Carrie hizo lo mismo con el lado femenino) y la búsqueda de la virilidad que aquí está ligada de manera indisoluble a la relación entre un joven y su coche.
Más de veinte años después de su creación, Christine pasa a las manos de Arnie Cunningham (Keith Gordon), el típico adolescente empollón víctima del matonismo estudiantil y del nulo éxito con las mujeres. La relación entre Arnie y su coche (al que repara casi a partir de la chatarra) es poco menos que un acto de amor, que poco a poco empieza a afectarle en su vida, como si el resurgimiento del coche, lo fuera a su vez de su propia hombría. En solo unas semanas Arnie pasará de ser un don nadie a convertirse en lo que siempre ha deseado, es decir, un hombre capaz de enfrentarse a sus represivos padres, a los gamberros que le hacían la vida imposible (y le acosaban), sin mencionar el conquistar a la chica más guapa del instituto. Pero eso lleva un coste, un peaje que hace a Arnie un violento junto a su vehículo, mostrando al conductor como un desquiciado y al coche como un monstruo.


Hay una escena que siempre me pareció mítica, cuando Arnie le habla al coche y le dice que lo va a reparar, entonces el coche por si solo se empieza a convertir en uno nuevo.

Os dejo con la mítica escena.

domingo, 24 de noviembre de 2024

Mejores escenas cómicas del cine (CVIII)

Arthur Hiller dirigió en 1989 No me chilles que no te veo, que tiene a Gene Wilder y Richard Pryor como protagonistas. Dave (Gene Wilder) es sordo y contrata a Wally (Richard Pryor), que es ciego, para que le eche una mano en su tienda. Un día un tipo es asesinado delnate del puesto de Dave, pero como éste está de espaldas sólo ve las piernas de la asesina cuando se gira y Wally sólo oye el disparo. Tras ser detenidos como sospechosos del crimen, la asesina, que es la guapísima Eve (Joan Severance), y su compañero, un jovencísimo Kevin Spacey que da vida a Kirgo buscan a Wally y Dave, que tienen algo que buscan los malos, aunque aún no lo saben.
Es un film que podría parecer para todos los públicos, pero tiene escenas picantonas, y también bastantes tacos (Wally suelta bastantes).
En una escena mítica, los dos están siendo fichados por la policía y les van a hacer la foto, pero Dave no deja de mirar a Wally cada vez que le habla y la policía encargada de hacerles la foto se cabrea constantente.


Os dejo con la cómica escena.

sábado, 23 de noviembre de 2024

Escenas míticas del cine (CCCLXXXI)


En el año 2001 Jean-Jacques Annaud dirige Enemigo a las puertas, centrada en plena II Guerra Mundial, en concreto en 1942, en plena lucha de los ejércitos de Alemania y Rusia, desde la entrada alemana en territorio ruso, y la encarnizada lucha que mantienen en la famosa batalla de Stalingrado, donde se combate calle a calle y cuyo desenlace todo el mundo espera. Hay un francotirador ruso llamado Vassili Zaitsev al que da vida Jude Law, que persevera en la empresa de eliminar a sus enemigos uno por uno, siendo un tirador superlativo. El Comisario Danilov (oficial encargado de la propaganda soviética) al que da vida Joseph Fiennes, lo convierte en un héroe nacional (después de salvarle la vida) que debe servir de ejemplo para animar a las tropas a proseguir la lucha contra el ejército alemán, a pesar del gran número de bajas. Para contrarrestar al tirador soviético, los alemanes mandan a su mejor francotirador, el Mayor König (Ed Harris), lo que acabará convirtiendo el film en un duelo entre ambos a vida o muerte.


En una escena mítica el comisario Danilov la da la enhorabuena a Vassili y le da el ascenso que viene de Moscú, es ahí cuando se crea su leyenda. Eso se demuestra cuando están apostados como francotiradores y aparece un niño ruso que identifica a Vasiili, el héroe.

Os dejo con la mítica escena.

viernes, 22 de noviembre de 2024

Escenas míticas del cine (CCCLXXX)

En 1941 Orson Welles dirige y protagoniza Ciudadano Kane, cuya trama trata acerca de un importante magnate estadounidense, Charles Foster Kane (al que da vida el propio Welles) que es dueño de una importante cadena de periódicos, una red de emisoras, dos sindicatos y de una enorme colección de obras de arte y muere en su fabuloso castillo de estilo oriental Xanadú. La última palabra que pronuncia antes de expirar es "Rosebud" cuyo significado es un enigma, lo que despierta una enorme curiosidad tanto en la prensa como en la población. Eso origina que un grupo de periodistas emprenda una investigación para desentrañar dicho misterio.
La escena inicial del film es muy brillante, tanto estéticamente como en lo argumental. Visualmente nos presenta el castillo de Xanadú (el feudo del protagonista) como un castillo bastante kafkiano inalcanzable e inmutable, siempre en el mismo lugar de la pantalla y desde el mismo punto de vista y tamaño, pese a que el entorno cambia y a que nos vamos acercando cada vez más. Posteriormente nos aproximamos a una ventana, hay un juego de luces y aparecemos en el dormitorio de Kane donde pronuncia su célebre última palabra "Rosebud", mientras tiene una bola de cristal con una casa en el interior sobre su mano, que al morir se le cae. La presentación tiene mucho sentido y no es baladí, ya que guarda mucha relación con el argumento de la cinta, porque todo lo que sucede después de aquella señal de "Prohibido traspasar" es una perpetua invasión de la privacidad de Kane.


Os dejo con la mítica escena.

domingo, 17 de noviembre de 2024

Escenas míticas del cine (CCCLXXIX)


Como decía días atrás en 1977 el director norteamericano Sam Peckinpah dirige La cruz de hierro, con un guión adaptado por Julius J. Epstein, Walter Kelley y James Hamilton a partir de la novela de Willi Heinrich titulada The willing flesh, aunque a posteriori se le cambió el título para hacerlo coincidir con el de la película. El film nos sitúa en el Frente Oriental, Península de Taman, en el año 1943, allí el Sargento Steiner, al que da vida un magistral James Coburn, encabeza un pelotón alemán que combate por sobrevivir a la dura experiencia del frente ruso. La llegada a la unidad de un nuevo y estirado oficial prusiano, el Capitán Stransky, al que interpreta de manera no menos genial Maximillian Schell, tiene como única finalidad conseguir la condecoración de la Cruz de Hierro a cualquier precio, lo que hará complicar mucho las cosas, el ambiente y demás, mientras el frente alemán empieza a hacer aguas por todas partes.
Peckinpah había demostrado crear en sus anteriores trabajos un universo visual propio, impactante y de una fuerza arrolladora, sobre todo dentro del género del Western. Pero en esta su única incursión en el cine bélico, hizo una obra maestra sin paliativos, mostrando la guerra con una crudeza y realismo espectaculares. Aquí todo esta visto desde el lado perdedor, en un momento en el que el curso de la guerra cambia totalmente y los alemanes empiezan a ver cerca el final con su derrota.


En una escena mítica muy al final del film, el pelotón de Steiner ha sido aniquilado casi en su totalidad por orden de Stransky (alemanes matando a alemanes), y como es lógico Steiner va a buscar al Capitán, al que recibe con una ráfaga de tiros. Le invita a salir al campo de batalla (en ese momento sufren un brutal ataque ruso) y le pregunta si sabe utilizar el fusil, a lo que contesta que naturalmente. Stransky acepta el reto y dice que le va a enseñar como lucha un general prusiano, a lo que Steiner le contesta con una frase lapidaria "Y yo le enseñaré donde crecen las cruces de hierro".

Os dejo con la mítica escena.